C. Pradera, Barcelona, 09-07-2022
He encontrado un certificado de desinsectación con fecha de 13 de agosto de 1964 (figura 1). Fue emitido por la empresa de desinsectaciones Corpesa SA de Bilbao, con oficinas en la calle Juan de la Cruz núm. 8, según consta en el sello. No consta el procedimiento, pero sí las materias activas utilizadas: lindane y DDT. El tratamiento se llevó a cabo en un local denominado «Fco. Embutidos» de la calle Solocoeche núm. 7, propiedad de Julián Aguirrezábal. Según he encontrado en el núm. 330 del BOE, de 13 de noviembre de 1954, esta persona solicitó la apertura del negocio como «fábrica de embutidos, orientada preferentemente a la fabricación de morcillas». La capacidad de producción estimada sería de «50 cerdos anuales y 30.000 kilogramos de morcillas» (figura 2) [1]. Apunto que las morcillas son un gran manjar.
Este es el tercer certificado que encuentro de esa década. Los dos anteriores los di a conocer hace unos años. Eran dos desinsectaciones realizadas en 1963 en un mismo local de la calle Tallers de Barcelona [2]. El certificado de Corpesa es igual, ya que responde a la oficialidad de la desinsectación en la España de la época. En la parte superior derecha podemos ver que el certificado corresponde al modelo D-2 de la Dirección General de Sanidad. Además, consta en esta parte un código alfanumérico formado por un número más una letra, a modo de matrícula. En este caso es el 132.324 C. En los dos certificados de 1963 constan 928.820 A y 29.480 B. El primero es de 28 de febrero de 1963 y, el segundo, de 30 de abril. Por tanto, las desinsectaciones avanzaban rápido en la época.
Tengamos en cuenta que las desinsectaciones eran obligadas y tenían un carácter periódico en establecimientos alimentarios, locales de pública concurrencia y medios de transporte entre otros. Para establecimientos alimentarios, constaba la obligación de desinsectaciones trimestrales. Es por ello que el certificado de Corpesa tenía fecha de caducidad de 13 de noviembre de 1964. Si se cumplió lo indicado, en esa fecha o poco después, se debió personar un técnico aplicador y realizar el tratamiento. Tras lo cual, cobró y dejó el certificado a disposición del cliente, quien lo debía colocar en un lugar visible del establecimiento para posibles inspecciones sanitarias y también informar a los clientes de que se mantenían las correctas condiciones higiénico-sanitarias.
Este papel oficial se debía adquirir en la oficina provincial correspondiente de la Dirección General de Sanidad. Su validez dependía de tener el sello de la Jefatura provincial de la DGS y del timbre correspondiente. El Estado cobraba por cada aplicación. En este certificado de 1964 falta un volante que se quedaba la empresa aplicadora. Pero en los certificados de 1963 consta este volante. El timbre era de 10 céntimos.
En el certificado consta la normativa vigente que lo justifica, el Decreto 564/1959 del 9 de abril, sobre desinsectación de locales y medios de transporte terrestres [3] y la Resolución de la DGS de 1 de diciembre de 1959 por la que se dictan normas complementarias para la aplicación del Decreto 564/1959 [4]. Estas normas definen quién podía realizar las desinsectaciones, las titulaciones necesarias, los productos, la frecuencia, etc. La Jefatura Provincial de la DGS podía modificar la frecuencia bajo su criterio, pero la Resolución proponía por defecto estas: centros de enseñanza, tres veces al año durante las vacaciones navideñas, pascuales y estivales; establecimientos de industria alimentaria, cuatro veces al año; establecimientos donde se vendan ropas, muebles usados, almacenes de papel, tintorerías, etc., seis veces al año; teatros, cines, cafés, bares, hoteles, medios de transporte urbano e interurbano, una vez al mes; guardarropas de locales de espectáculo, casas de baño, piscinas, centros deportivos, gimnasios, etc., cada quince días.
Para la realización de desinsectaciones, había que pedir una autorización a la Jefatura provincial de la DGS. Esto era una práctica establecida ya a finales de la década de 1930 en España. Sin embargo, el Decreto de 1959 la convirtió en oficial. También e solicitó entonces que los organismos (Institutos Provinciales de Sanidad y Laboratorios Municipales) y las empresas que estuvieran autorizadas, así como las que lo quisieran estar en lo sucesivo, hicieran unos nuevos trámites de autorización. En la Resolución de 9 de enero de 1961 de la Dirección General de Sanidad, fueron publicadas las autorizaciones [5]. Para Vizcaya consta Agapito Ezquerra, Apliaciones Cianhídricas, Hércules y Saniterpen. Sobre Agapito Ezquerra no tengo datos. De los otros tres, en este blog se encuentra información.
En la imagen número 3, se puede ver un recorte del libro de Yepes y Moro de 1963 titulado ‘Industria y comercio de los pesticidas’ [6]. No consta Corpesa como empresa aplicadora. El libro se debió escribir con datos oficiales de finales de 1962. Sin embargo, en la Resolución de la DGS de 10 de marzo de 1964, aparecen las empresas de desinsectación autorizadas hasta el 31 de diciembre de 1963 [6]. Y en esta lista sí aparece Corpesa, aunque el nombre ha sido transcrito mal como Copesa, sin la erre (figura 4). La fecha de inscripción es de 28 de diciembre de 1962.
Destaco dos aspectos de la lista de 1964. En primer lugar, desaparece Laboratorios Raticidas Hércules, que era una empresa dedicada principalmente a la desratización en funcionamiento desde mediados de la década de 1940. Es probable que se centraran en este tipo de operaciones, para lo cual tenían muchísimo trabajo entonces. Hay que tener en cuenta que las operaciones de desratización quedaban fuera de la legislación oficial y las podía practicar cualquiera sin permiso de la DGS. En segundo lugar, en el decreto aparecen todas las empresas con fecha de inscripción de 1962 o 1963. En la Resolución de la DGS de 1 de diciembre de 1959 [4], se dio un plazo de 60 días para que las empresas que realizaban desinsectaciones cursaran una instancia acompañada de una memoria detallando su actividad si querían seguir operando con autorización. Sin embargo, este proceso se alargó hasta 1962.
Corpesa SA nació gracias al bilbaíno Pedro María Pérez Sanz (1929-2008) quien se apoyó en su amigo Rafael Cortés como socio capitalista [8]. Su razón social es un acrónimo formado por los apellidos de ambos: Cortés Pérez SA. Con motivo del fallecimiento de Pérez Sanz, fue publicada una nota en la revista Infoplagas con datos biográficos (figura 6). Gracias a esto, podemos poner en perspectiva la importante labor que realizó en el sector DDD. Su formación era de auxiliar técnico sanitario (ATS). A principios de la década de 1960 estuvo unos meses trabajando en Saniterpen. Esto le dio una perspectiva del sector que le llevó a fundar su propia compañía.
Es importante el dato de su formación como ATS, porque en aquella época quien realizara operaciones de desinsectación debía estar «en posesión del diploma de Auxiliar Sanitario y será objeto de un examen médico en el Instituto Provincial de Sanidad correspondiente, una vez al año como mínimo» [4]. Esta disposición legal, que venía también de antes de la Guerra Civil, debió ser visto como una oportunidad por personas como Pérez Sanz para complementar el sueldo. Pérez Sanz compaginó un par de años su trabajo como ATS con los servicios DDD. Las operaciones de desinsectación no requerían una gran formación entonces y también era poca la tecnología requerida. Y ayudaba que había una necesidad de servicios, pues España crecía económicamente. Cuando se lanzó a este negocio a finales del año 1962, le debía llegar pronto el trabajo.
En aquella época era habitual que las empresas de control de plagas se fabricaran sus propios productos. Esto llevó a que muchas montaran una fábrica para ello que acababa fabricando para terceros. Y también sucedió a la inversa, fabricantes que montaron su propia división de aplicación. Hasta la década de 1980, las empresas de control de plagas solían fabricarse los productos como desinfectantes, insecticidas y raticidas. La tecnología necesaria no era la de hoy en día. Además estamos en una época en la que se utilizaban materias activas organocloradas como DDT, lindano o dieldrín. Y poco después se incorporaron los organofosforados y carbamatos. Creo yo que muy mal se tenía que formular para que un producto insecticida con estas materias activas no funcionara contra chinches de cama, cucarachas, moscas o mosquitos. En aquel entonces, según me han explicado, las lacas con dieldrín servían tanto para desinsectar como para desratizar.
Para hacernos una idea de la tecnología empleada, explico un caso. Desde mediados de la década de 1940 y hasta principios de 1990, fue común el empleo de bombonas autoeyectoras [9]. Consistía en envases a presión (cilindros de los utilizados para gases) que eran cargados con insecticida disuelto en un vehículo y con aire a presión. No era complicada la maquinaria, ya que consistía básicamente en un compresor. El aplicador llevaba la bombona al lugar de servicio, abría la llave de paso y salía todo a presión en un aerosol de gota gruesa contra cualquier superficie que quedara delante. Y respecto a la desratización, lo mismo. En el alcantarillado de Barcelona desde la década de 1920 hasta la de 1980 el principal raticida consistía en trozos de pan untados con una sustancia alimenticia a base de fosturo de zinc [10]. Todo ello amparado por la normativa vigente.
Gracias a la iniciativa de Pérez Sanz, Corpesa creció más allá de los límites de Vizcaya. El anuncio más antiguo que he encontrado fue publicado en marzo de 1967 en el Diario de Burgos (figura 7). Como se puede ver, consta una delegación en la calle San Cosme núm. 5. Sin embargo, lo importante es que el anuncio está dedicado a tratamientos de protección de la madera contra carcomas, termitas y hongos. Pero lo llamativo es que se garantizan 25 años de garantía. Alguien se preguntará cómo puede ser esto. Y es fácil si tenemos en cuenta las materias activas utilizadas por aquel entonces en la protección de la madera. Y la más persistente y utilizada era el lindano, matera activa de la que el País Vasco era fabricante número 1 de España y creo que también de Europa [11]. Conocemos todos el desastre ambiental que produjo y que hoy en día sigue teniendo un impacto.
Por lo que me han explicado, Corpesa compraba en Francia Xylophene a la empresa Xylochemie. Compraban el producto concentrado y luego le añadían el disolvente. Tengo pocos datos sobre Xylophene, sé que en España se comercializaron tres formulados diferentes. No sé qué contenía, pero dejaba la madera bien protegida. Vamos, que no había carcoma o termita que le hincara el diente. Pero para hacernos una idea de la eficacia de los productos de entoneces, mencionar el llamado Aerosol TW que fabricaba Industrias Sotileza de Santander y que gozaba de prestigio [12]. Era una solución a base de pentaclorofenol, pentaclorofenato cúprico, dieldrín y DDT. No quiero imaginar el resultado de una impregnación con Aerosol TW de unas vigas de una vivienda. No dudo que debió tener impacto sobre la salud de sus habitantes.
El registro de los protectores de la madera no iban por aquel entonces a través de la Dirección General de Salud, sino por el Ministerio de Agricultura y, más en concreto, creo que por la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial. Eran los Ingenieros de Montes los responsables del tema. Esto fue así hasta finales de la década de 1990. Se valoraba la capacidad plaguicida y la durabilidad. No creo que se tuviera en cuenta su impacto ambiental. Estos productos igual se aplicaban a una traviesa que a una viga de vivienda. Visto esto, se entenderá que Corpesa no debía quedar al margen de su época. Así que debió tener un protector bien mortífero para no quedarse atrás. Y más si además de venderlo lo aplicaba. Desconozco si ya en 1967 utilizaban el nombre Corpol para referirse a la gama de protectores.
A principios de la década de 1980 Corpesa se extendió por la España peninsular con la creación de dos compañías, Corpesa Centro SA y Corpesa Sur SA. La primera tenía su sede en Madrid en la calle Virgen de Lourdes núm. 6. Y la segunda, radicada en Córdoba en la Ronda de Andújar, daba servicio a Andalucía y Murcia. Para darse mayor empaque, se publicitaban como Laboratorios Corpesa, algo típico del sector en aquella época (figura 8 y 9). Estas tres compañías se repartían el territorio, aunque con desigual éxito. Además no llegaban a todos los rincones. Fueron fuertes en el norte y en el centro, pero parece que fue menor en el sur. Además no llegaron a tener implantación importante en el este.
Por poner algunos datos, Corpesa Centro fue quizás la delegación más importante. Fue la responsable de las desratizaciones en un largo número de municipios. Consta que en 1981 desratizaba el término municipal de Aranjuez (figura 10). Y hacia 1983 también el de Madrid. En una noticia publicada en periódico El País se refiere una campaña de desratización que duró 45 días en la que se emplearon «40.000 kilos de raticida, tanto en las alcantarillas como en la superficie» y trabajaron 8 aplicadores [13]. Este contrato con el Ayuntamiento de Madrid se mantuvo hasta que Corpesa fue vendida. También llevaban la desratización de la ciudad de Toledo en 1985 (figura 11) [14]. La adjudicación para aquel año es de 1.100.000 pesetas. Y respecto a Corpesa Sur, parece que llevaron durante varios años la desratización de la ciudad de Córdoba que por aquel entonces el alcalde era Julio Anguita (figura 12). También parece que realizaron alguna campaña de desratización en la ciudad de Murcia con anterioridad a 1986 [15].
Llegamos entonces a finales de la década de 1980. Corpesa Centro era una empresa fuerte con una plantilla importante. Según me han explicado llegó a tener 12 furgonetas y 22 técnicos. Entonces aparece en escena el Grupo Prosegur que quiere entrar en otros mercados como el de la limpieza y control de plagas. Ven posibilidades de hacer dinero y se lanzan a comprar. Adquieren el negocio de aplicación de Corpesa, ya que no les interesaba la fabricación de plaguicidas. Entonces es creada la empresa Químicas de Munguía SA (conocida como Quimunsa), dedicada a la fabricación de plaguicidas y, especialmente, de protectores de la madera, sector en el que ha destacado y tiene gran reconocimiento. Esta compañía seguirá en manos de la familia. Por su parte, Prosegur crea la filial Protección de la Natureleza SA (conocida como Pronatur) donde traspasa el negocio de aplicación e incorpora también el negocio de limpieza. Sin embargo, las expectativas no se cumplieron y Pronatur fue vendida a Rentokil hacia 1997.
Pérez Sanz tuvo cuatro hijos. Todos ellos continuaron su vida profesional dentro del sector. Tres de ellos continuaron en Quimunsa. Pero uno de ellos, Pedro María Pérez de los Bueis Sanz, tuvo una destacada trayectoria. Estuvo en CORPESA SA (1983-1987), DESSAN SA (1987-1991), QUIMUNSA (1991-1992), OPROCON SA (1992-2004), ISS España (2004-2005) y SISTEMAS PARA LA HIGIENE Y EL CONTROL DE PLAGAS SL (2007-2019). Oprocon fue una empresa con prestigio en la protección de la madera que compró ISS. Y Sistemas HCP es un proyecto propio y familiar.
Addenda. Quedo agradecido a los datos y aclaraciones que Pedro Pérez de los Bueis Sanz me ha aportado.
Notas:
[1] Boletín Oficial del Estado, núm. 330, de 26 de noviembre de 1954. Anexo único. Servicios Provinciales de Ganadería. Pág. 3878.
[2] C. Pradera. 06-08-2018. Dos certificados de desinsectación de 1963. El desinsectador y desratizador.
[3] Decreto 564/1959 del 9 de abril, sobre desinsectación de locales y medios de transporte terrestres. Boletín Oficial del Estado núm. 91, de 16 de abril de 1959, páginas 5711 a 5712 (2 págs.).
[4] Resolución de la DGS de 1 de diciembre de 1959 por la que se dictan normas complementarias para la aplicación del Decreto 564/1959, de 9 de abril del mismo año, sobre desinsectación de locales y medios de transporte terrestre. Boletín Oficial del Estado núm. 300, de 16 de diciembre de 1959, páginas 16029 a 16030 (2 págs.).
[5] Resolución de 9 de enero de 1961 de la Dirección General de Sanidad por la que se publica la relación de Institutos Provinciales de Sanidad, Laboratorios Municipales y Empresas privadas que han sido autorizados para realizar trabajos de desinsectación de locales y medios de transporte. Ministerio de la Gobernación. Boletín Oficial del Estado, núm. 28, de 2 de febrero de 1961, páginas 1654 a 1655 (2 págs).
[6] Miguel Lorenzo Yepes & Rafael Moro Serrano. 1963. Industria y comercio de los pesticidas. Blass SA Tipográfica, Madrid. 46 p.
[7] Resolución de la Dirección General de Sanidad de 10 de marzo de 1964 por la que se transcribe la relación de Empresas de desinsectación autorizadas hasta el 31 de diciembre de 1963. Ministerio de la Gobernación. Boletín Oficial del Estado, núm. 94, de 18 de abril de 1964, páginas 4909 a 4910 (2 págs.).
[8] Redacción. 2008. En recuerdo de Pedro María Pérez Sanz. Infoplagas (ANECPLA), 22: 8.
[9] C. Pradera. 04-02-2015. Un poco de historia sobre Aerosol SA. El desinsectador y desratizador.
[10] C. Pradera. 15-06-2015. Trozos de pan envenenados. El desinsectador y desratizador.
[11] C. Pradera. 21-01-2013. Apuntes sobre la producción de Hexaclorociclohexano (HCH) y su isómero gamma (lindano) en España. El desinsectador y desratizador.
[12] C. Pradera. 11-07-2016. ‘Los termes en España’, por José Benito Martínez (1958). El desinsectador y desratizador.
[13] Redacción. 21-04-1983. El ayuntamiento inicia una campaña de desratización. El País, Madrid.
[14] Redacción. 08-1985. Campaña de desratización. Toledo, periódico del Ayuntamiento, 63: 10. 10.
[15] Boletín Oficial de la Región de Murcia, núm. 237, miércoles 15 de octubre de 1986, pág. 4241.