CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS
C. Pradera, Barcelona, 20-09-2015
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1.- ¿QUÉ ES EL CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS?
El control integrado de plagas (CIP) nació como reacción a la lucha química indiscriminada que se puso en práctica a partir de la década de 1940 con la aparición de los compuestos insecticidas sintéticos. En concreto, los compuestos de la familia organoclorada tales como el DDT, HCH, etc. En aquellos años se inician los tratamientos fitosanitarios de forma sistemática y con productos de amplio espectro. Al aplicar de esta manera los insecticidas, el agricultor no se planteaba si había un nivel de plaga dañino para los cultivos, sino que actuaba de manera preventiva y profiláctica, lo cual conllevó graves perjuicios para el medio ambiente y las personas.
El término nace en la década de 1950 en EUA como integrated pest management (IPM). Fue desarrollado para el control de plagas del campo, que era donde se hacía mayor uso de plaguicidas y afectaba al medioambiente. En 1966 R. F. Smith y H. T. Reynolds definieron el Control Integrado como «un sistema de gestión de las poblaciones de plagas que utiliza todas las técnicas adecuadas de una manera compatible para reducir las poblaciones de plagas y mantenerlas en niveles inferiores a los que causan daños económicos» [1]. Esta definición fue reformulada con el tiempo para hacerla más específica. En la legislación sobre agricultura de los EUA, se define como «un enfoque sostenible para la gestión de plagas mediante la combinación de herramientas biológicas, culturales, físicas y químicas de una manera económica y minimizando los riesgos para la salud y el medio ambiente» [2].
1.- CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS URBANAS.
La idea de control integrado de plagas pasó del ámbito agrícola al urbano. Se adaptó a otra realidad en la también se utilizaba el control químico para dar solución a cualquier cuestión de plagas y el control químico preventivo era algo natural. Hay que tener en cuenta que la legislación española sobre desinfección, desinsectación y desratización, ya desde su origen en la década de 1920, exigía tratamientos trimestrales en lugares de pública concurrencia y medios de transporte. Las sucesivas leyes ahondaron en la misma mentalidad como la legislación de 1962 que obligaba a los tratamientos sistemáticos [3].
La introducción de plaguicidas cada vez más potentes representó un problema. En la década de 1990 salieron a la luz pública diferentes casos de intoxicación provocados por aplicación de pesticidas en lugares de trabajo [4]. Poco a poco, la Administración fue regulando el sector de control de plagas y se impuso el método del CIP para superar la aplicación de los tratamientos químicos como único recurso de control.
La tendencia hacia el respeto de las personas y del entorno culminó con la publicación de la norma UNE 171210 Buenas prácticas en los planes de Desinfección, Desinsectación y Desratización de 2008 [5]. Posteriormente, lo recogido en esta norma se convirtió en obligatorio para los planes de control de plagas mediante el Real Decreto 830/2010 [6]. Ahondando en la profesionalización del sector, en marzo de 2015 se aprobó la norma europea EN 16636 Requisitos y recomendaciones para la prestación de servicios de control de plagas, impulsada por la Confederation of European Pest Management Associations (CEPA). Se trata de una norma voluntaria y específica para las empresas de control de plagas que quieran certificar servicios profesionales.
El Control Integrado se hace uso de todas las herramientas disponibles para gestionar las plagas promoviendo en primer lugar la prevención mediante medidas preventivas. Se promueve la modificación de los hábitos de las personas (medidas culturales), el saneamiento del medio (medidas higiénicas), la correcta temperatura y humedad (medidas ambientales), y el arreglo de los edificios (medidas estructurales). En segundo lugar, si el organismo nocivo está presente, se llevan a cabo medidas correctivas. Primero se llevan a cabo medidas mecánicas y físicas. Y luego las medidas biológicas y químicas. En le caso de realizar un control químico, se utilizarán los menos tóxicos y dirigidos a la especie diana, con la técnica adecuada y en la cantidad justa. Este modo de actuar queda reflejado en la pirámide de medidas de CIP (figura 2).
3.- PLAN DE CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS.
El Control Integrado no consiste en la reacción ante un problema, sino en la organización de actividades a largo plazo para tener las plagas controladas. Estas actividades se realizan coordinadamente entre la empresa de control de plagas y el cliente, que deben cooperar para conseguir unos objetivos. Este tipo de gestión de plagas se realiza bajo un Plan de Control que tiene los siguientes principios básicos:
– Identificación correcta del organismo nocivo.
– Determinar el nivel de daños y el umbral de tolerancia.
– Hacer un seguimiento de la población y determinar los factores que propician su crecimiento.
– Realizar un programa de actuaciones y seleccionar el mejor momento de actuación.
– Priorizar las medidas preventivas y correctivas de tipo mecánico y físico.
– Si se toman medidas químicas, escoger las menos agresivas.
– Realizar tratamientos dirigidos y con la menor cantidad de plaguicida.
– Realizar una evaluación de la eficacia del programa de actuaciones.
Un Plan de Control Integrado está formado por tres componentes básicos que son una consecución lógica uno de otro. En primer lugar, es necesario la recopilación y análisis de datos para saber contra qué vamos a actuar (Diagnóstico de Situación). Luego, con toda esta información vamos establecer y planificar las actuaciones (Programa de Actuación). Y en último lugar, como en todo programa cuya consecución sea la calidad y mejora es necesario un examen (Evaluación del Programa de Actuación). Este programa queda esquematizado en el siguiente diagrama de procesos (figura 3).
4.- DIAGNÓSTICO DE SITUACIÓN.
El Diagnóstico de Situación es el punto de partida del Plan de Control Integrado que sirve de base para elaborar el Programa de Actuación. Consta de tres pasos:
1/ Recogida de información previa.
2/ Inspección del lugar.
3/ Análisis de situación.
4.1.- RECOGIDA DE INFORMACIÓN PREVIA.
El primer paso lógico es solicitar información a los responsables del local en el que vamos a realizar el Control Integrado. En la toma de contacto con el cliente debemos recoger una información mínima para lo cual usaremos un Formulario de Recogida de Información Previa que nos sirva de pauta. Los datos proporcionados se anotarán y guardarán. Algunos puntos importantes que deben constar en este formulario son los siguientes:
– Actividad y uso del local.
– Usuarios que ocupan el local.
– Organismos nocivos detectados y antecedentes sobre su presencia.
– Tratamientos realizados: productos y métodos.
– En qué entorno se encuentra ubicado el local.
– Plano y estado de conservación del local.
4.2.- INSPECCIÓN DEL LOCAL.
Se realiza una visita encaminada a recoger el máximo número de datos. Se debe ir provisto de un Formulario de Inspección, que facilite que no nos dejemos nada por inspeccionar, y de las herramientas necesarias (linterna, cámara fotográfica, pinzas, botes de muestra, escalera, cinta métrica, destornilladores, termómetro, higrómetro, etc). La inspección del local se puede dividir en tres apartados:
1/ Detección de organismos nocivos.
2/ Reconocimiento del local.
3/ Reconocimiento del entorno del local.
4.2.1.- DETECCIÓN DE ORGANISMOS NOCIVOS.
Hay que buscar la presencia de organismos nocivos (vivos o muertos), y sus indicios (mudas, excrementos, huellas, madrigueras, material roído, etc). No nos ceñiremos tan solo a la búsqueda de organismos de los que nos haya informado el cliente, sino también de cualquier otro que pueda estar presentes y no se haya detectado anteriormente. Debemos responder a estas preguntas:
– ¿A qué especie pertenece?
– ¿Cual es su distribución y su densidad?
– ¿Qué incidencia y daños ocasiona?
– ¿Cuál es su origen?
Para establecer la distribución y densidad podemos utilizar dispositivos de monitoreo. En el caso de insectos existen diversos muchos modelos de trampas de captura que nos permitirán obtener un dato numérico. En cambio, en el caso de roedores será más difícil determinar la densidad. La detección de excrementos y los daños ocasionados será importante para establecer un número aproximado.
4.2.2.- RECONOCIMIENTO DEL LOCAL.
Cuanto mejor se conozca el local y sus usuarios, tanto más efectivo será la recomendación de medidas preventivas para evitar la proliferación y acceso de organismos nocivos. El reconocimiento de del local nos debe ayudar a identificar las zonas infestadas y las zonas de riesgo. Son muchos los aspectos que debemos tener en cuenta. Los podemos agrupar en cinco apartados:
1/ Actividad del local.
2/ Colectivo que utiliza el local.
3/ Estructura del local.
4/ Condiciones higiénicas.
5/ Condiciones ambientales.
6/ Conductas y hábitos.
Actividad del local.- El uso que se da al local nos permitirá saber:
– Si es más proclive para la proliferación de organismos nocivos: locales destinados a la elaboración, consumo, almacenamiento y distribución de alimentos.
– Si se trata de un edificio crítico para la aplicación de medidas químicas: guarderías, escuelas, hospitales, residencias geriátricas, etc.
Colectivo que utiliza el local. Hay que definir este colectivo, ya que las características de estas influirán sobre la estrategias de control. Hay que extremar el cuidado con medidas químicas ante personas con dolencias respiratorias, alérgicas, sensibilidad a químicos, etc. En especial, si tratamos con colectivos sensibles como son niños y ancianos. Por otra parte, hay que saber si existen personas con fobias a determinados organismos nocivos, lo cual implica un trato diferente y el uso de información adicional con fines educativos.
Estructura del local. La finalidad es determinar en qué medida permite la proliferación de organismos nocivos y qué modificaciones se pueden realizar. Para ello hay que estudiar el diseño del local, los materiales, el sistema de aguas residuales y el sistema de aire acondicionado. Y hay que tener en cuenta si existe una cámara sanitaria, falso techo registrable, suelo técnico, los distintos accesos desde el exterior como chimeneas, entradas de consumos, etc. Existen factores estructurales que favorecen la proliferación como los siguientes:
– Diseño incorrecto del local: materiales no idóneos, huecos inaccesibles, falsas paredes, cámaras sanitarias, falsos techos, suelos técnicos, etc.
– Mal estado de conservación del local: grietas, huecos, azulejos rotos, baldosas rotas, falta de borada en juntas, etc.
– Características de la red de agua residual: estructura del bajante, bajantes viejos, bajantes de fibrocemento, registros de obra, albañal con poca pendiente, albañal de obra, falta de sifón al final del albañal, etc.
– Puertas y ventanas. Hay que asegurarse que cierran bien y que están bien ajustadas y no dejan pasar plagas en su parte inferior. Comprobar si tienen mallas mosquiteras.
– Falta de aislamiento del exterior como son las entradas de consumos no sellados, chimeneas, agujeros de ventilación, bajantes de agua pluviales, cableado eléctrico/telefónico sobre la fachada, etc.
– Estructuras de madera: vigas, marcos de puertas/ventanas, parqués, zócalos, etc. Estos elementos son alimento para las especies xilófagas: termitas, carcomas y hongos de pudrición.
Importante saber el año en el que fue construido el local, si ha tenido reformas y si ha habido cambio de uso.
Condiciones higiénicas. Hay que estudiar dos aspectos que pueden favorecer la proliferación de organismos nocivos:
– Limpieza del local. Hay que saber si el local tiene una higiene correcta. Requerirá que se mire bien detrás y debajo de los muebles. Puede haber materia orgánica acumulada que no veamos a simple vista.
– Orden en el local. La falta de orden favorece lugares de cobijo y anidamiento.
Condiciones ambientales. Cuando estas son extremas, se pueden percibir fácilmente. Esto es el caso de una zona con mucho calor (zona de calderas) o con mucha humedad (sótanos). En otros lugares, será necesario una determinación precisa. Sería conveniente llevar un termómetro y un higrómetro. Hay que mirar si estos factores puede ser corregidos. Existe factores ambientales que favorecen la proliferación de organismos nocivos:
– Falta de ventilación del local. Se acumula humedad y temperatura.
– Goteras y condensaciones en bajantes, tubos de aire acondicionado, tuberías de agua sanitaria, etc. Aportan humedad al ambiente.
– Desperfectos en tejado y paredes que produzcan filtraciones y humedades.
– Zonas como calderas o cuartos de máquinas. Lugares donde la temperatura se acumula.
– Zonas como cocinas, lavabos y sótanos. Lugares donde la humedad relativa es más elevada y permiten el desarrollo y proliferación.
Hábitos y conductas. Los hábitos de las personas influyen en la proliferación de organismos nocivos. Pueden dejar restos de comida en mesas, no guardar bien los alimentos, dejar basuras abiertas, no cerrar las puertas y ventanas, no utilizar protocolos adecuados en la recepción de nuevos productos, etc. Este tipo de medidas de control puede ser difícil de implantar, pues requiere que las personas modifiquen su conducta. Sin embargo, es el más eficaz.
4.2.3.- RECONOCIMIENTO DEL ENTORNO DEL LOCAL.
Hay que conocer bien el entorno del local para determinar si el problema se está originando fuera del local o si su alcance es tan solo interior. Podemos dividir en cuatro apartados los aspectos a inspeccionar:
1/ Clasificación del entorno.
2/ Características del entorno.
3/ Estado de conservación del entorno.
4/ Estado de saneamiento del entorno.
Clasificación del entorno. Hay que mirar si el local está en una zona urbana, industrial o agrícola. Si se trata de una zona urbana, no es lo mismo en una ciudad que en un pueblo. Cada zona tiene sus características. Por ejemplo, en una zona agrícola tendremos mayor afluencia de insectos voladores y, en cambio, menor de cucarachas.
Características del entorno. Hay que tener en cuenta los aspectos que pueden propiciar el desarrollo de los organismos nocivos, que son alimento, agua y refugio.
– Alimento involuntario: presencia de vertederos, actividades ganaderas, mataderos, mercados/plazas, fábricas de piensos, fábricas de industria alimentaria, restaurantes, jardines con pinos/árboles frutales, huertos, etc.
– Alimento voluntario: puntos de alimentación para gatos, alimentadores de aves, etc.
– Agua: ríos, acequias, estanques, torrentes, fuentes, tomas de riego con pérdidas, etc.
– Refugio: solares vacíos, locales vacíos, excavaciones, obras, parques, jardines, alcantarillado en mal estado, etc.
Estado de conservación del entorno. Aspectos que propician que la densidad de organismos nocivos aumente:
– Red de alcantarillado antigua, tipo de imbornales, tapas de pozos en mal estado, etc.
– Estado de conservación de pavimentos y alcorques, estado de conservación de solares, estado de conservación de parques y jardines, etc.
– Vegetación alrededor del edificio: edificio rodeado de setos, presencia de hiedras o plantas que crezcan sobre fachadas, árboles que tocan a la fachada.
Estado de saneamiento del entorno. Aspectos que propician que la densidad de organismos nocivos aumente: falta de limpieza en las calles, malos hábitos de la población, mala gestión de basuras, falta de contenedores, baja frecuencia de recogida, etc.
4.3.- ANÁLISIS DE SITUACIÓN.
El resultado del proceso de la recogida de información nos permitirá analizar en qué situación se encuentra el local frente al riesgo de organismos nocivos. Este análisis se verá reflejado en un documento llamado Diagnóstico de Situación que presentaremos al cliente y permitirá establecer un Programa de Actuación. El documento de diagnóstico debe incluir como mínimo la información siguiente:
1/ Actividad del local y personas que lo ocupan.
2/ Año de construcción y estado de mantenimiento del local.
3/ Antecedentes por presencia de organismos nocivos.
4/ Controles realizados: productos y técnicas.
5/ Identificación de organismos nocivos encontrados.
6/ Origen de los organismos nocivos.
7/ Nivel de riesgo frente a plaga, densidad y distribución.
8/ Establecer el umbral de tolerancia.
9/ Factores que favorecen la proliferación: internos y externos.
10/ Medidas urgentes que haya que tomar.
5.- PROGRAMA DE ACTUACIÓN.
El Programa de Actuación puede definirse como el conjunto de medidas y estrategias, secuenciadas en el tiempo, necesarias para mantener la población de organismos nocivos por debajo del umbral de tolerancia (UNE 171210). Este programa se elabora sobre la base del Diagnóstico de Situación y debe dar lugar a un documento que refleje una propuesta de actuación que contemple todos los aspectos. Este documento está formado por los siguientes apartados:
1/ Estrategias de control.
2/ Medidas de precaución y seguridad.
3/ Seguimiento y control.
4/ Calendario de actuaciones.
5.1.- ESTRATEGIAS DE CONTROL.
El Diagnóstico de Situación sirve de base para la elección de la estrategia a seguir. Podemos encontrarnos ante tres situaciones posibles:
– No se constata presencia de organismos nocivos, la situación ambiental es correcta y no se favorece la aparición de focos de infestación. En consecuencia se requiere una vigilancia periódica mediante una inspección continuada.
– No se constata presencia de organismos nocivos, pero la situación ambiental no es correcta y favorece la aparición de focos de infestación. En consecuencia se requiere la aplicación de medidas preventivas.
– Sí se constatan organismos nocivos. En consecuencia se requiere la aplicación de medidas preventivas y correctivas.
Cuando se establecen las medidas de control, hay que tener en cuenta que las medidas preventivas son aquellas que bien aplicadas reducirán, ayudarán al control o por sí mismas eliminarán la plaga. Su aplicación compete principalmente al cliente y debemos velar por su aplicación. Las medidas correctivas están para controlar mientras no se apliquen las medidas preventivas o en caso de que sea imposible su aplicación.
5.1.1.- MEDIDAS PREVENTIVAS.
Las medidas preventivas son aquellas que permiten un control pasivo de los organismos nocivos. Existen cuatro tipos de medidas preventivas:
1/ Medidas culturales.
2/ Medidas higiénicas.
3/ Medidas ambientales.
4/ Medidas estructurales y constructivas.
Medidas culturales o educativas. Son aquellas dirigidas a modificar o implantar conductas y/o procedimientos en las personas para evitar la presencia de organismos nocivos.
– Mantener puertas y ventanas cerradas.
– Protocolos de entrada de objetos.
– Correcto almacenamiento de productos.
– Concienciación social.

Fig 17. Para evitar proliferación de mosquitos, se debe eliminar el agua estancada./ C. Pradera 09-2015
Medidas higiénicas. Son aquellas dirigidas a la limpieza y ordenamiento del local para evitar la presencia de nutrientes y lugares de cobijo para los organismos nocivos. En este tipo de medidas, dispondríamos todo tipo de consejos para el mantenimiento del orden en almacenes como no dejar productos en contacto con el suelo (paletización), ni en contacto con la pared, colgar las herramientas en paredes, uso de estanterías metálicas, alimentos en interior de recipientes cerrados, etc.
– Limpieza. Todo esfuerzo destinado a la eliminación de fuentes de alimentación incide directamente sobre la población de organismos nocivos.
– Ordenamiento. Tanto en el interior como en el exterior, el orden elimina lugares de cobijo. Hay que tener especial atención a trasteros y sótanos mal ordenados.
Medidas ambientales. Son aquellas dirigidas a modificar los parámetros ambientales de temperatura y humedad para el desarrollo de organismos nocivos.
– Modificación de humedad. La presencia de humedad en un local favorece la proliferación de numerosos organismos nocivos. Cuando detectemos que esto es un aspecto determinante, hay que hacer recomendaciones como reparación de focos que aportan humedad al ambiente, aumento de ventilación, uso de aparatos deshumificadores, etc.
– Modificación de la temperatura. La temperatura es un factor determinante en la proliferación de cualquier organismo nocivo. Por encima de 20ºC los insectos se desarrollan con mayor rapidez. Eliminar focos de calor ayuda en su control. Se puede recomendar el uso de aire acondicionado y una mayor ventilación.
Medidas estructurales y constructivas. Conjunto de medidas para modificar y reparar el local para evitar la entrada, anidamiento, proliferación y dispersión de organismos nocivos.
– Barreras. Uso de burletes, pantallas, mallas mosquiteras o rejillas.
– Reparaciones. Tapar agujeros y grietas, reponer los azulejos de un alicatado, reparación de suelos y paredes, arreglo de bajantes, etc.
– Modificaciones. Existe un gran número de modificaciones del local sobre las que hacer recomendaciones. Estas se pueden realizar en el interior (eliminación de planchas de madera en paredes, instalación de sifón en albañal, etc.) o en el entorno (eliminación de parterres, poda de árboles que tocan ala fachada, etc.).
5.1.2.- MEDIDAS CORRECTIVAS.
Las medidas correctivas son aquellas que permiten un control activo de los organismos nocivos. Existen cuatro tipos de medidas preventivas:
1/ Medidas mecánicas.
2/ Medidas físicas.
3/ Medidas biológicas.
4/ Medidas químicas.
Medidas mecánicas. Métodos de control con los que se quiere retener, atrapar o capturar los organismos nocivos.
– Trampas para insectos que pueden ser adhesivas, de electrocución o con uso de líquido.
– Trampas para roedores: trampas adhesivas, jaulas de captura, cepos de tablilla, cepos de guillotina, etc.
– Aspiración. Ayuda a disminuir el número para reducirlo por debajo del umbral de tolerancia.
– Eliminación manual.
Medidas físicas. Métodos de control que consisten a modificar las condiciones físicas del medio para eliminar la población de organismos nocivos.
– Temperatura. Tratamientos con calor y frío.
– Gases inertes. Tratamientos con gases como dióxido de carbono (CO2) o nitrógeno (N).
– Microondas. Uso contra xilófagos.
– Ultrasonidos e infrasonidos. Uso contra roedores.
– Radiaciones. Uso contra microorganismos.
– Luz ultravioleta. Uso contra microorganismos.
Medidas biológicas. Utilización de depredadores, parasitoides o bacterias. En control de plagas urbanas, la bacteria Bacillus thuringiensis es muy utilizada contra las larvas de mosquitos.
Medidas químicas. Utilización de sustancias químicas que actúan dentro del cuerpo del organismo nocivo alterando su funcionamiento para neutralizarlo. En su aplicación se tendrá en cuenta los siguiente:
– Respecto a las materias activas, se priorizará el uso de productos específicos contra un organismo nocivo por delante de los productos de amplio espectro. En el caso de los insecticidas los reguladores del crecimiento (IGR, insect growth regulator) por delante de los de amplio espectro (piretroides, neonicotinoides, etc).
– Respecto a la técnica de aplicación, se priorizará en el siguiente orden: cebado, espolvoreo, pincelado, pulverización, nebulización, fumigación.
– Respecto al tratamiento, se priorizará en el siguiente orden: dirigido, de barrera, generalizado.
– Respecto a su persistencia, los que se descompongan antes en el medio ambiente.
– Los que estén comprobados que no tengan efectos mutagénicos, carcinogénicos ni tóxicos para la reproducción.
5.2.- MEDIDAS DE PRECAUCIÓN Y SEGURIDAD.
Al llevar a cabo las Estrategias de Control hay que tener en cuenta que nuestra actividad de control de plagas se realiza en el local del cliente el cual tiene una actividad y unas normas. Por tanto, nuestra actividad puede tener un impacto sobre personas, animales y medio ambiente. Hay que tener en cuenta los siguientes apartados:
– Coordinación de actividades.
– Gestión del riesgo.
5.2.1.- COORDINACIÓN DE ACTIVIDADES.
Hay que coordinar nuestra actividad de control de plagas con la llevada a cabo por nuestro cliente en el local a tratar. Por una parte, debemos hacer constar qué necesitamos del cliente para poder realizar nuestra actividad en cuanto a horario, material y personal. Y por otra, realizar una coordinación de actividades empresariales de acuerdo al Real Decreto 171/2004 para la prevención de los riesgos laborales.
Cada cliente tiene unos requisitos particulares en cuanto a horarios de trabajo que haremos constar en el Programa de Actuación. Puede solicitar que se realicen los trabajos un día determinado y en una hora determinada. Y también que estos se realicen cuando no hay personal trabajando en el local. En cuanto al material, podemos necesitar una escalera o una herramienta que el cliente nos puede proporcionar y que haremos constar. Y en cuanto a personal, debemos indicar si vamos a necesitar de personal de mantenimiento o de limpieza.
Si es necesaria una coordinación de actividades empresariales (CAE), el cliente que disponga de un departamento de Servicio de Prevención nos solicitará información relevante que deberemos proporcionar. Y lo que es más importante, debemos actualizarla. En clientes que no dispongan de este departamento, es recomendable enviar un documento conforme nuestra empresa cumple con el pago de cuotas a Seguridad Social, cumple con los requisitos legales de su actividad, el trabajador está debidamente formado y está registrada la entrega de EPIs, utiliza productos legalmente registrados, etc, y que los pone a disposición del cliente.
5.2.2.- GESTIÓN DEL RIESGO.
La Gestión del Riesgo (en inglés risk management) es el proceso de identificar, analizar y responder a la incertidumbre del riesgo. Se compone de tres etapas:
– Evaluación del riesgo
– Estrategias para manejar el riesgo.
– Medidas de mitigación del riesgo.
El resultado de la Gestión del Riesgo se recogerá en el Informe de gestión del riesgo por tratamiento con biocidas con plazo de seguridad que se entregará al cliente para que lo firme. El cliente, además, debe estar avisado de cuándo se realizará el tratamiento mediante el Preaviso de tratamiento con biocidas con plazo de seguridad.
5.2.2.1.- EVALUACIÓN DEL RIESGO.
Hay que evaluar siempre el riesgo de nuestra actividad. La evaluación del riesgo es un proceso que consta de cuatro etapas:
– Identificación del peligro.
– Caracterización del peligro.
– Determinación de exposición al peligro.
– Valoración del riesgo al peligro.
Esta evaluación es del todo necesaria si optamos por el uso de medidas correctivas de tipo químico y se requieren el uso de productos con plazo de seguridad. Identificaremos el peligro como riesgo químico por el uso de productos biocidas. Para realizar la caracterización del peligro tendremos en cuenta las características del producto que pueden afectar a la salud de las personas. Esta información de los productos biocidas se encuentra en su ficha de datos de seguridad (FDS), en la sección 2 (Identificación de los Peligros) y en la sección 11 (Información Toxicológica). Para la determinación de exposición al peligro valoraremos qué posibilidades existen de que las personas puedan entrar en contacto con los productos plaguicidas. Por último realizaremos la valoración del riesgo al peligro donde justificaremos el uso de un determinado producto y no de otro, y de por qué nos inclinamos por el uso de una medida química y no de una medida de otro tipo. Para hacer esta valoración debemos saber el tipo de usuarios de local, con especial atención a niños, personas mayores, mujeres embarazadas, personas con alergias, etc. Muy importante observar cómo es el local: existen elementos absorbentes, posibilidades de ventilación, si es estanco, etc.
5.2.2.2.- ESTRATEGIAS PARA MANEJAR EL RIESGO.
Una vez evaluado el riesgo procederemos a establecer un protocolo de actuación. Se describirá un procedimiento que indique las acciones a realizar en todo momento. En el caso de implementar medidas químicas con productos biocidas que requieran plazo de seguridad, las dividiremos en:
– Antes del tratamiento.
– Durante el tratamiento.
– Después del tratamiento.
Antes del tratamiento. Avisar a todo el personal del local, especialmente al personal de limpieza y mantenimiento. Asegurarse de que la zona a tratar esté aislada y sellarla. Señalar la zona de tratamiento. Cortar el sistema de ventilación. Guardar alimentos, equipos y herramientas que pueden entrar en contacto con personas.
Durante el tratamiento. No se permitirá la presencia de personas ajenas al personal técnico de la empresa de control de plagas. Colgar carteles de advertencia de peligro en los puntos de acceso que prohiban el paso y especifiquen el producto empleado y el plazo de seguridad.
Después del tratamiento. Explicar cómo realizar la apertura del local y su ventilación. Indicar cuándo y cómo se debe realizar la limpieza. Asegurar que nadie accederá a las áreas tratadas.
5.2.2.3.- MEDIDAS DE MITIGACIÓN DEL RIESGO.
Una vez establecidas las estrategias para manejar el riesgo, se debe especificar aspectos que minimicen el riesgo. Este tipo de medidas consisten en establecer en qué local se puede realizar el tratamiento, cuándo se puede realizar o qué tipo de equipos de protección individual (EPIs) se han de utilizar. El tratamiento solo se podrá realizar en sitios donde no exista riesgo para la salud de las personas, los animales y el medioambiente.
5.3.- CALENDARIO DE ACTUACIONES.
Hay que indicar al cliente cuándo realizaremos las actuaciones de manera pormenorizada y completa. Se puede elaborar un gráfico como el de la figura 6 que facilita la comprensión del calendario de actuaciones.
5.4.- SEGUIMIENTO Y CONTROL.
Cada vez que realicemos una actividad de control de plagas en el cliente (ya sea un tratamiento o inspección), deberemos extender un Certificado de Tratamiento. Entre los muchos datos que este puede contener es básico que aparezcan los siguientes:
– Fecha y hora.
– Plagas detectadas.
– Técnica y productos utilizados con sus registros.
– Zonas donde se ha actuado.
– Medidas preventivas. Se añadirán nuevas medidas preventivas y se indicará si han sido realizadas la anteriormente aconsejadas.
– Nombre del responsable de la realización del servicio (Aplicador) y del responsable del Programa de Actuación (Responsable Técnico).
– Número oficial de la empresa como prestataria de servicios biocidas.
Junto al Certificado de Tratamiento, rellenaremos el documento llamado Seguimiento de puntos de control en cada visita que realicemos. Este detalla todos los puntos del control que están instalados en el local del cliente. Hay que anotar si hay consumo de producto y número de capturas. También si el punto de control está limpio, si el producto está deteriorado o si se encuentra desaparecido. Toda la información de este documento servirá para la elaboración de gráficas de tendencias y saber si el programa está siendo efectivo.
Los Puntos de Control deben estar señalados mediante carteles en el local del cliente y debidamente situados sobre un plano que proporcione el cliente o croquis que se realice a mano alzada in situ.
La comunicación con el cliente es importante. Debe quedar registrada cualquier incidencia. El cliente dispondrá de Hojas de Incidencias en las que se recogerán las situaciones anómalas como, por ejemplo, detección de organismos nocivos en algún lugar del local, falta de limpieza en algún Punto de Control, etc. Cada incidencia tendrá una Hoja de Incidencias que se cerrará cuando se haya resuelto.
Evaluación continua o de seguimiento. Después de cada tratamiento o inspección, deberemos realizar una valoración de la aplicación de las medidas de control. El Programa de Actuación puede requerir pequeños ajustes como un aumento de la frecuencia de visitas, un aumento de puntos de control, el cambio de un producto, etc.
6.- EVALUACIÓN DEL PROGRAMA DE ACTUACIÓN.
Cuando se haya completado el Programa de Actuación, debemos realizar una evaluación. Hay que tener en cuenta que el Plan de Actuación debe tener un control de calidad para evaluar si las acciones realizadas han tenido efecto. Esta evaluación debe ser como mínimo de una vez al año. Esta valoración es diferente de la llamada evaluación continua o de seguimiento que se realiza en cada tratamiento para saber cómo se está desarrollando el programa. La Evaluación del Programa de Actuación consiste en analizar los siguientes apartados:
– Grado de cumplimiento del programa.
– Efectividad del programa.
– Modificación del programa.
6.1.- GRADO DE CUMPLIMIENTO DEL PROGRAMA.
Hay que asegurarse de que se haya cumplido con lo siguiente:
– Calendario de actuaciones. ¿Se han realizado todas las visitas programadas? ¿Han sido necesarias visitas extraordinarias?
– Medidas de control. ¿Qué medidas correctivas hemos llevado a cabo de las que se han propuesto? ¿Cuáles han sido más efectivas? ¿El cliente ha realizado las medidas preventivas recomendadas?
– Medidas de protección y seguridad. ¿Se han cumplido con las medidas recomendadas? ¿Se detecta algún efecto adverso sobre la salud de las personas, las instalaciones, los alimentos y productos?
6.2.- EFECTIVIDAD DEL PROGRAMA.
Hay que valorar si el Programa de Actuación ha sido efectivo y si requiere alguna modificación. Se tendrá en cuenta los siguiente:
– ¿El resultado obtenido es conforme a los objetivos propuestos? ¿Ha habido disminución o eliminación del organismo nocivo?
– Causas de la efectividad o inefectividad del programa. ¿Son debidas a los productos utilizados, al calendario, a la falta de implicación del cliente, etc?
– ¿El método de control ha sido el adecuado? ¿Se puede utilizar otro más respetuoso con las personas y el entorno?
6.3.- MODIFICACIÓN DEL PROGRAMA.
Dependiendo de las respuestas que obtengamos de las anteriores preguntas se realizará una modificación del programa. Tenemos tres posibilidades:
– Se elimina la presencia de organismos nocivos y se pasa a una inspección continuada.
– No se elimina la presencia de organismos nocivos, pero esta disminuye. Se continua con el Programa de Actuación.
– No se elimina la presencia de organismos nocivos, se mantiene o aumenta. Se modifica el Programa de Actuación.
6.4.- DOCUMENTO DE EVALUACIÓN DEL PROGRAMA.
Hay que elaborar un documento que incluyan los tres apartados anteriores. En el segundo apartado, en el que valoremos la efectividad del programa, deberemos adjuntar las gráficas de tendencia para ilustrar la evolución de las actuaciones realizadas. Se entrará a detallar las causas del éxito o del fracaso de programa. Y, en caso de realizarse una modificación del programa, se detallará la propuesta.
7.- DOCUMENTACIÓN.
Todo el Plan de Actuación debe estar registrado, ya se en papel o en soporte informático. Debemos tener acceso a toda la información que debe estar documentada. Una parte de esta información debe estar con copia en el cliente.
7.1.- DOCUMENTACIÓN DEL PLAN DE CONTROL INTEGRADO.
En un Plan de CIP, esta es la siguiente documentación mínima:
1/ Formulario de recogida de información previa.
2/ Formulario de inspección.
3/ Diagnóstico de Situación.
4/ Programa de Actuación.
5/ Certificado de Tratamiento.
6/ Hoja de seguimiento de puntos de control.
7/ Plano con ubicación de puntos de control.
8/ Hoja de incidencias.
9 / Informe de gestión de riesgo por tratamiento con plazo de seguridad.
10/ Preaviso de Tratamiento con Biocidas con Plazo de Seguridad.
11/ Informe de Evaluación del Programa de Actuación.
12/ Fichas de Datos de Seguridad (FDS) de los productos utilizados.
7.2.- LIBRO DE REGISTRO DEL PLAN DE CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS.
El cliente dispondrá de los documentos anteriores en formato libro:
1/ Diagnóstico de Situación.
2/ Programa de Actuación.
3/ Certificado de Tratamiento.
4/ Hoja de seguimiento de puntos de control.
5/ Hoja de incidencias.
6/ Plano con ubicación de puntos de control.
7/ Informe de gestión de riesgo por tratamiento con plazo de seguridad.
8/ Preaviso de Tratamiento con Biocidas con Plazo de Seguridad.
9 / Informe de evaluación del programa de actuación.
10/ Fichas de Datos de Seguridad (FDS) de los productos utilizados.
11/ Copia de carnets o titulaciones del personal Aplicador y Responsable Técnico.
12/ Copia de inscripción en el ROESP de la empresa.
8.- NOTAS.
[1] «Integrated pest control is a pest population management system that utilizes all suitable techniques in a compatible manner to reduce pest populations and maintain them at levels below those causing economic injury». En: Smith, R.F. & H.T. Reynolds. 1966. Principles, definitions and scope of integrated pest control. Proc. FAO Symposium on Integrated Pest Control, Vo 1, pp 11-17.
[2] «Integrated pest management (IPM) is a sustainable approach to managing pests by combining biological, cultural, physical and chemical tools in a way that minimizes economic, health and environmental risks». En: US Code Title 7 – Agriculture. Chapter 6 – Insecticides and environmental pesticide control. Subchapter I – Insecticides. Subchapter II – Environmental pesticide control. § Sec. 136r-1 – Integrated Pest Management. (Pub. L. 104–170, title III, §303, Aug. 3, 1996, 110 Stat. 1512.)
[3] Ministerio de la Gobernación. Orden de 24 de julio de 1962 por la que se aprueban las normas reglamentarias de los Servicios de Desinsectación. Boletín Oficial del Estado, núm. 203, de 24 de agosto de 1962, páginas 12010 a 12019 (10 págs.)
[4] C. Pradera. 08-11-2014. Intoxicación en el Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona, agosto de 1994. El desinsectador y desratizador.
[5] Comité técnico AEN/CTN 171 Calidad Ambiental en Interiores. 2008. UNE 171210 Buenas prácticas en los planes de Desinfección, Desinsectación y Desratización. AENOR, Madrid.
[6] Ministerio de Sanidad y Política Social. Real Decreto 830/2010, de 25 de junio, por el que se establece la normativa reguladora de la capacitación para realizar tratamientos con biocidas. Boletín Oficial del Estado, núm. 170, de 14 de julio de 2010. Páginas 61877 a 61889.
9.- BIBLIOGRAFÍA.
– Comité técnico AEN/CTN 171 Calidad Ambiental en Interiores. 2008. UNE 171210 Buenas prácticas en los planes de Desinfección, Desinsectación y Desratización. AENOR, Madrid.
– Comité técnico Comité CEN TC 404. 2015. EN 16636 Requisitos y recomendaciones para la prestación de servicios de control de plagas. AENOR, Madrid.
– García del Pino, Fernando, et alii. 2002. Manual d’actuació de lluita integrada contra plagues urbanes adreçat a les empreses de control de plagues. Fundación para la prevención de riesgos laborales. 220 pp.
– García del Pino, Fernando, et alii. 2002. Manual d’actuació de lluita integrada contra plagues urbanes adreçat a les empreses usuàries dels serveis de control de plagues. Fundación para la prevención de riesgos laborales. 60 pp.
– Obiols Quinto, Jordi. 2001. NTP 595: Plaguicidas: riesgos en las aplicaciones en interior de locales. Notas Técnicas de Prevención (NTP). Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT). 7 pp.
– Tapias Oller, Jordi. 2015. Criteris per a l’avaluació de les bones pràctiques en plans de control de plagues. Diputació de Barcelona. 39 pp.