C. Pradera, Barcelona, 13-08-2015
El mercado de insecticidas para uso doméstico está copado desde hace décadas por productos formulados en bote de aerosol, el cual denominamos de manera coloquial con el término espray. El uso masivo de este método de aplicación de gota fina llegó a finales de la década de 1970, pero no fue hasta principios de la siguiente cuando se popularizó. Hasta entonces los formulados insecticidas se vendían líquidos para usar con el pulverizador clásico de émbolo.
Tres ventajas ofrecían los esprays. Primero, que era de fácil aplicación y sin esfuerzos. Segundo, que el usuario no tenía que introducir el líquido insecticida en el pulverizador. Se evitaban, por tanto, los peligros de derrame y mal almacenamiento. Además el espray era de usar y tirar. Importante esto, porque hay que tener en cuenta que es la época del la creación de la sociedad de consumo, que a quien más beneficiado ha sido a los fabricantes y no al consumidor ni al medio ambiente. En tercer lugar, la gota era mucho más fina y se repartía de manera más rápida y homogénea. Esto lo hacía un método de aplicación mucho más eficiente, puesto que requería menos cantidad de insecticida.
Ahora bien, el espray tiene sus desventajas. Para mí, la principal son los compuestos que lleva incorporados y que sirven para aumentar la presión en su interior y hacer que la mezcla insecticida salga con fuerza. Estos compuestos pasan al ambiente y luego son inhalados por las personas en su ámbito doméstico que, por lo general, no toman las debidas precauciones. Ahora bien, más grave para la salud es una clase en concreto de espray insecticida. De manera general, tenemos en el mercado dos clases de esprays. Por un lado, están los destinados a tratar un ambiente y que usamos contra moscas y mosquitos. Por otra, los destinados a tratar una superficie y que usamos contra insectos rastreros. Son estos últimos mucho más peligrosos, puesto que llevan sustancias tales como disolventes para hacer que el insecticida quede fijado sobre las superficies.
Quienes nos dedicamos al control de plagas, nos encontramos que nuestros clientes nos contratan después de que ellos han intentado controlar la plaga. En numerosas ocasiones, el cliente ha probado diversos esprays. Miedo me da cuando veo que contra las cucarachas ha usado esprays de aquellos que se anuncian con la manida frase de «un año sin cucarachas». Como ya he comentado anteriormente, este reclamo publicitario es engañoso [1]. Ni siquiera en los tiempos en los que se usaba DDT se podía garantizar tal cosa en un interior. Años atrás, cuando los esprays contra insectos rastreros contenían materias activas insecticidas más potentes que las hoy se usan, como era el caso de los organofosforados, la persistencia del producto podía alargarse perfectamente durante unos meses. Eso sí, siempre y cuando la plaga no hubiera desarrollado resistencia. Pero a día de hoy, cuando todos los insecticidas para insectos rastreros llevan piretroides, decir que va a mantener nuestras casas libres de insectos durante un año no es posible [2].
Un caso que me encuentro de manera habitual entre quienes han utilizado un espray contra rastreros es que la gente comenta: «Este producto es muy fuerte.» Yo, como ya me imagino por qué lo dice, le comento: «¿Le pica la garganta, no?» En efecto, el cliente ha aplicado el producto en la cocina sin tomar las medidas oportunas y el producto se ha dejado notar. El cliente, además, ha comprobado que después de aplicarlo, sigue viendo cucarachas, lo cual lleva a utilizar más producto. En estos casos, le comento al cliente que no es fuerte por las materias activas insecticidas que lleva, sino por los otros compuestos que lleva. También le comento que deje de utilizarlo. Si se trata de una persona con el estado de salud delicado, alérgica o de edad avanzada, mejor use otra cosa.
También me encuentro con algún cliente más sensibilizado que se ha dotado de una mascarilla para aplicarlo. Aunque la mayor parte de las veces no lleva la mascarilla adecuada, ya que tan solo protege contra partículas, es decir, contra polvo. Son mascarillas baratas y se encuentran fácilmente. Uno llega a una tienda, pide una mascarilla y el tendero, lógicamente, no está puesto en el tema y le ofrece lo que tiene a mano. Para aplicar un espray contra insectos rastreros, se debería usar una mascarilla contra gases y vapores de compuestos orgánicos con punto de ebullición inferior a 65ºC (color marrón, código A) [3]. En su defecto, la estancia a tratar debería estar con ventanas y puertas abiertas y que, además, hubiera corriente de aire.
Contra todo lo dicho, existe alternativa. Por suerte, en las estanterías de los supermercados podemos encontrar formulados insecticidas para pulverizador de gatillo. En la imagen número 3, se puede ver una imagen con dos de estos productos. En los últimos años los fabricantes han ido comercializando estos productos. Sinceramente, considero que es la mejor herramienta contra insectos rastreros y la que menor impacto va a tener sobre nuestra salud. Yo es la que recomiendo. El producto nos va a hacer el mismo servicio que el espray, pero evitando que el ambiente quede contaminado con compuestos volátiles. Hay que tener en cuenta que las materias activas pueden ser mucho menos peligrosas para nuestra salud que todo los otros compuestos que llevan [4].
Y he aquí, que entramos en un terreno oscuro. Porque, ¿qué lleva un producto insecticida? Hay que remarcar la opacidad con que el Minsiterio de Salud permite que los fabricantes de biocidas coloquen sus productos en el mercado. Baste un ejemplo. Esta es la composición que aparece en un espray insecticida tipo estándar contra rastreros: deltametrina 0,10%, tetrametrina 0,10%, nafta disolventes, excipientes y propelentes csp 100%.
Es decir, que tan solo sabemos qué materias activas insecticidas lleva y en qué cantidad. En este caso, las dos materias activas suman juntas la nadería del 0’20%. Curioso. Queda un 99’80 de sustancias ocultas. No se dice nada sobre estas. Quedan escondidas bajo las palabras disolventes, excipientes y propelentes. ¿Cómo es posible esto en el año 2015 en un producto de uso doméstico que va a ser usado en nuestras casas y que vamos a respirar y convivir con ello un tiempo?
Notas:
[1] C. Pradera. 28-05-2013. Insecticida Zum, ¿un año sin insectos?. El desinsectador y desratizador.
[2] Además, casi todos los productos insecticidas de uso doméstico llevan casi los mimos piretroides y en proporciones casi parecidas.
[3] C. Pradera. 24-06-2015. Equipos de protección individual (EPI). El desinsectador y desratizador.
[4] C. Pradera. 02-07-2014. Adylac Aerosol, laca insecticida. El desinsectador y desratizador.
Completamente de acuerdo. La información de las etiquetas es insuficiente, pero también la que acompaña a las fichas de seguridad o las resoluciones de registro es digna de crítica
¡Uy! Si entramos en fichas y registros…
Totalmente de acuerdo, los aerosoles son bastante más perjudiciales. Aún así muchos piensan que por tener las ventanas cerradas al utilizarla es mejor.