Hace unos días tenía delante de mío una vieja morera (figura 1). Tenía el tronco con grietas y deformaciones, lo que indicaba que no estaba sana. Es muy interesante pararse a observar las moreras porque podemos encontrar insectos xilófagos. Estos penetran a través de las grietas y la colonizan. Es habitual encontrarse termitas. En esta zona de la Península Ibérica, podemos encontrar en su interior la termita de la madera seca Kalotermes flavicollis. Y en menor medida, con la Cryptotermes brevis, especie invasora y muy voraz. También está la termita subterránea Reticulitermes atacando a las moreras. No es raro encontrar en un mismo tronco termitas de la madera seca y termitas subterráneas. Además, están los coleópteros xilófagos de distinto tamaño que van minando el árbol por dentro y lo van dejando hueco. A pesar de todo esto, la morera nos regalará año tras año hasta que muera una hermosa cobertura verde que nos protegerá del sol.
Además de insectos, también están presentes los hongos xilófagos. En la vieja morera que tenía ante mí había un gran hongo de repisa de un palmo de ancho (figuras 2 y 3). Me puse a observarlo y vi que tenía pequeñas perforaciones de salida (figuras 4 y 5). Aunque estas eran más abundantes en la parte inferior que en la superior. Qué interesante, me dije. Así que me puse a mirar con detalle y vi un pequeño coleóptero de poco más de un milímetro. Me pregunté si se trataba del insecto que estaba minando el cuerpo de fructificación. Entonces rompí un trozo del hongo y vi galerías. En una de ellas vi un coleóptero parecido al anterior. Decidí llevarme un buen trozo del hongo a casa para poder mirar con detalle todo este interesante asunto.
Cuando tuve un momento en casa, desmenucé el hongo para hacerme con algunos ejemplares de este escarabajo. Me di cuenta que había de dos tipos diferentes. Unos con cuernos en el extremo del pronoto y de la cabeza (fig. 7, 8 y 9) y otros sin cuernos (fig. 10, 11, y 12). Aunque ambos tipos eran muy parecidos en color y forma. Tenía dos posibilidades. O estaba ante dos especies diferentes o ante un caso de dimorfismo sexual. Me pareció lógico el segundo caso. Quizás los cornudos fueran los machos. A la hora de su identificación me pareció que estaba ante alguna especie de anóbido (Anobiidae). Pero tenía en contra dos hechos. Uno, el que hubiera algunos que fueran cornudos. Dos, el que las larvas que encontré no parecían de anóbidos (figura 13). Después de un rato de búsqueda, encontré que los escarabajos pertenecían a la familia de los ciícedos (Ciidae), conocidos como escarabajos de hongos de repisa. Se trata de unos insectos que realizan todo su ciclo de vida ligado a los hongos poliporáceos (Polyporales) [1]. Dentro de este orden de hongos se encuentra el conocido hongo destructor Merulius lacrymans.
Según parece, una vez el cuerpo de fructificación del hongo empieza a secarse, los ciídeos lo colonizan. En el interior de este pueden pasar años y decenas de generaciones. Este aspecto es muy interesante porque significa que son unos escarabajos escasos y muy dependientes. Para acabar, comentar que he intentado identificar la especie, pero no es algo fácil. Por el momento, la especie más parecida de la que he encontrado referencias es Ennearthron cornutum. Como coletilla, añadir que si alguna mente sapiente puede aportar más datos, le estaré agradecido..
Q pasa si te pica ese animal
Nada, porque no pica.