Con la llegada del frío unas aves se van y otras llegan. Entre las que llegan está la bisbiba pratense, Anthus pratensis, también adjetivada como común. Es un privilegio vivir en la Península Ibérica, pues es lugar de paso para muchas aves. La bisbita llega del norte de Europa para pasar los rigores del invierno. Busca lugares húmedos y con hierba. Yo la encuentro en el parque fluvial del Río Besós picoteando entre el césped. Allí he tomado las fotografías que acompañan a este posteo. Y aunque es fácil observarla porque abunda sobre el césped, no es fácil hacerle una buena foto. Es asustadiza y de pequeño tamaño, de unos 14 centímetros.
Se pasa el día picoteando entre la hierba junto a sus compañeras. Es un ave simpática y bien bonita. Aunque tiene un plumaje discreto, está bien compuesto y es variado. Destaca para mí la belleza del pecho, blanco y moteado por manchas oscuras que parten del cuello. Cuando uno se acerca a un grupo de bisbitas, empiezan a correr en huída. Y cuando ven que uno se acerca demasiado echan al vuelo para aterrizar metros más lejos. El momento en el que alzan el vuelo me gusta mucho. Primero una, la más cercana al peligro, alza el vuelo y emite unos píos delicados y discretos. Y el resto, avisado por la primera que alza el vuelo, hace lo mismo. En un momento se unen todas formando un coro de sencillas notas.