C. Pradera, Barcelona, 04-08-2018
Hace unas semanas, pasé la mañana disfrutando de la belleza del paisaje del Valle de Roncal, Navarra. Una de las razones que me llevó allí fue comprar el excelente queso de oveja que se elabora en la zona. Después de hacer las compras oportunas, subí hasta el pueblo de Isaba y paseé hasta el río Belagua (figura 1). Andaba buscando hormigas junto a la orilla cuando se posó sobre mi pierna un hipobóscido (Hippoboscidae). No recordaba haber visto uno parecido. Así que lo cacé. Al llegar a casa, lo puse bajo la lupa bionocular para identificarlo. Y después de un rato, llegué a la conclusión de que se trataba de un ejemplar de Lipoptena cervi, conocida como mosca del venado.
Los hipobóscidos son unos dípteros muy interesantes. Se trata de insectos hematófagos que parasitan mamíferos y aves. Los adultos, tanto el macho como la hembra, tienen como fuente de alimentación la sangre. Es por ello que realizan su vida cerca de sus hospedadores. Además, las hembras no ponen huevos, sino que dan a luz a una larva ya desarrollada que está a punto de transformarse en pupa. En la Península Ibérica contamos con un buen número de especies. Según el catálogo de dípteros coordinado por Miguel Carles-Tolrá, tenemos, por lo menos, 16 especies (figura 2) [1].
Los hipobóscidos se pueden clasificar en tres grupos. En primer lugar, están las especies que mantienen su capacidad de vuelo durante toda su vida como adulto. Este es el caso de Hippobosca equina, la mosca borriquera, y de Pseudolynchia canariensis, la mosca de las palomas [2]. En segundo lugar, están las especies que mantienen las alas hasta que encuentran a su hospedador. Luego, hacen vida directamente sobre él, para lo cual no necesitan las alas. Estas se van rompiendo hasta desaparecer. Es el caso de Lipoptena cervi. Y en tercer lugar, están las especies que no vuelan, ya que han perdido sus alas y se han convertido en ectoparásitos. Este es el caso de Melophagus ovinus, conocida como piojo o garrapata de las ovejas. La hembra de M. ovinus deposita una larva que se adhiere a la lana para pupar. En los otros dos grupos de hipobóscidos, la pupa cae al suelo o es depositada en los lugares de reposo del hospedador.
En la imagen número 3, se puede ver un ejempar de Hippobosca equina (izquierda) y un ejemplar de Lipoptena cervi (derecha). Si se observan las alas, se podrá constatar que las de Hippobosca equina están mejor preparadas para el vuelo. Lipotena cervi las utiliza solo para localizar a su hospedador, esto es, un cérvido (Cervidae). A partir de entonces llevará una vida como ectoparásito. El macho y la hembra se encuentran sobre el hospedador. La hembra da a luz a las prepupas, las cuales caen al suelo. Los adultos miden entre 4 y 5 mm. Pueden picar a las personas.
Notas:
[1] Miguel Carles-Tolrá (coord.). 2002. Catálogo de los Diptera de España, Portugal y Andorra (Insecta). Sociedad Entomológica Aragonesa, Zaragoza. Monografías, 8. 323 pp.
[2] C. Pradera. 13-10-2013. Sobre la mosca de las palomas (Pseudolynchia canariensis). El desinsectador y desratizador.