
Fig 1. ‘DDT y los modernos insecticidas persistentes’, de T.F. West y G.A. Campbell, 1952./ C. Pradera 03-2014
C. Pradera, Barcelona, 02-03-2014
Quiero escribir unas líneas sobre un libro clásico de la literatura científica sobre plaguicidas. Tuvo una destacada importancia y un largo recorrido porque trató sobre los nuevos compuestos sintéticos organoclorados que revolucionaron a mediados de la década de 1940 el tratamiento de organismos nocivos en agricultura y salud pública. De hecho, tal fue el valor de este libro que fue traducido al español.
El primer texto de Trustham Frederick West y George Alexander Campbell fue publicado en 1946 bajo el título de ‘DDT, the synthetic insecticide’ [1]. Los posteriores descubrimientos llevaron a una ampliación del texto para incluir los nuevos insecticidas organoclorados. En 1950 fue publicado bajo el título ‘DDT and newer persistent insecticides’ [2]. Pasó de 301 páginas a 632. Este texto fue traducido y publicado en español en 1952. Los autores escribieron un prefacio para la edición en español.
El subtítulo de la edición española describe de forma clara su contenido: «fabricación, química, propiedades y aplicaciones del DDT e insecticidas basados en la cloración de hidrocaruros». Es un libro técnico que quería tener en mi biblioteca. Mi lectura se ha ceñido a los capítulos donde se explica la historia del descubrimiento del DDT. Como es bien sabido, este insecticida despertó muchas esperanzas. Y lo que es más importante, salvó muchas vidas. Aunque también es cierto que su aplicación dejó secuelas dada su persistencia y bioacumulación. En cuanto al impacto negativo sobre el medio ambiente fue un desastre. Eran otros tiempos.
Durante la Segunda Guerra mundial fue aplicado extensivamente contra artrópodos vectores de enfermedades como mosquitos y piojos del cuerpo. La primera gran hazaña fue la siguiente:
«La primera aplicación en grande que se hizo del DDT en un sector de guerra fue en Nápoles, a finales del año 1943. En el mes de diciembre estalló el tifus en los centros más poblados, la mayoría de los cuales estaban dominados por la miseria, la necesidad y plagados de piojos. Tan pronto como se encargaron del caso las fuerzas aliadas, se tomaron enérgicas medidas para extinguir el desarrollo por desinfestación en masa. Esto se hizo en un principio espolvoreando con piojicidas que no contenían DDT, pero tan pronto como fue posible éste se empleó solo y exclusivamente, y con señalado éxito.
Durante el mes de enero de 1944, 1.300.000 ciudadanos fueron espolvoreados en dos estaciones de despiojamiento (72.000 en un día), y en el plazo de tres semanas la epidemia en la ciudad de Nápoles estaba dominada. El número de bajas que semanalmente se registraba entre el elemento civil pasó de 305, en la semana que finalizó el 11 de enero, a 155 en la semana siguiente.
El DDT ha adquirido por esto una grandísima importancia en la historia médica, pues nunca antes se había contenido una epidemia de tifus en lo más crudo del invierno» (páginas 6-7).
Este caso de tifus exantemático en Nápoles resuelto con DDT muestra la cruda realidad que provocan las guerras. El mismo texto, un poco más adelante explica que la mayor parte de muertes en una guerra no son debidas al enemigo, sino a las enfermedades que esta conlleva:
«La mayoría de las bajas en todas las guerras no se deben directamente a la acción del enemigo. En Sicilia, los cuerpos de ejército séptimo y octavo tuvieron más bajas por la malaria que por las operaciones. Son muchos más los que sufren por enfermedad, que los que mueren o quedan heridos, y , por lo que alcanzan nuestros conocimientos, gran parte del personal muere más por las epidemias que siguen a la guerra que por la acción sangrienta del enemigo.
De los servicios que lucharon en la última guerra, el 25% perecieron de tifus, y las pérdidas rusas, de 1914 a 1918, se estiman oficialmente en varios millones, mientras que en Polonia hubieron unos 400.000 casos de tifus, con un índice de mortalidad del 10%» (página 6).
Este libro contiene láminas interesantes. En las imágenes 4 y 5 se puede ver el procedimiento empleado para el despiojamiento mediante DDT. Son 7 fotografías que describen cómo era aplicado por la Sección de Represión del Tifus de la Comisión Aliada. Un similar procedimiento fue aplicado desde entonces en todos los ejércitos hasta tiempos recientes. Si hablamos con varones de cierta edad, nos explicarán un procedimiento similar cuando ingresaron en el ejército para realizar el servicio militar. El espolvoreo para el despiojamiento era un trámite básico. En una entrada anterior, publiqué imágenes sobre las latas de pediculicida con DDT que el ejército de EUA daba a cada uno de sus soldados [3]. En España, Industrias Químicas Tello diseñó un espolvoreador para el ejército al que llamó Inyector Tello [4].
El libro está dividido en dos partes. En la imagen número 3 se puede ver el índice. En la primera se trata de manera extensa el DDT. Y en la segunda, se tratan los compuestos más modernos como el hexaclorobenceno, el clordano, el toxafeno y algunos otros más.
Referencia bibliográfica:
– T. F. West & G. A. Campbell. 1952. DDT y los modernos insecticidas persistentes. Editorial Reverté, Barcelona. 552 pp.
Notas:
[1] T. F. West & G. A. Campbell. 1946. DDT, the synthetic insecticide. Chapman & Hall, London. 301 pp.
[2] T. F. West & G. A. Campbell. 1950. DDT and newer persistent insecticides. Chapman & Hall, London. 632 pp.
[3] C. Pradera 07-09-2013. DDT contra piojos que el Ejército norteamericano repartió durante la II Guerra Mundial. El desinsectador y desratizador.
[4] C. Pradera. 14-07-2013. Industrias Químicas Tello SA de Castellón. El desinsectador y desratizador.