C. Pradera, Barcelona, 04-07-2013 [actualizado]
Voy a dedicar esta entrada a Industrias Químicas Tello SA de Castellón, una antigua empresa química dedicada a la fabricación de plaguicidas. Tuvo su momento de gloria fabricando insecticidas a base de compuestos organoclorados a mediados del siglo pasado como DDT o HCH (lindano) durante las décadas de 1940 y 1950. También fabricó material para la aplicación de insecticidas.
Sobre esta empresa he encontrado poca información. Empezó su actividad a finales de la década de 1930 y finalizó su actividad en 1986 [4]. Fue fundada por el químico Fernando Tello Millera, quien parece que también fundó la empresa Aplicaciones Cianhídricas SL dedicada a la realización de servicios de desinfección, desinsectación y desratización. Industrias Químicas Tello estaba situada en la Gran Vía Tárrega Monteblanco, 34, de Castellón. Empezó con la fabricación de jabones, actividad que mantuvo a lo largo de su vida industrial. Fue reconocida la marca Chavalín de pastillas de jabón.
Desconozco cuándo Industrias Químicas Tello empezó la fabricación de insecticidas. Con la llegada de los compuestos organoclorados, fue lanzada una gama de insecticidas bajo la marca Fum (humo en catalán). Esto debió ser hacia 1945, cuando aparecieron los primeros insecticidas con DDT y empezó su producción en España [1]. Según se puede ver en un anuncio de 1950 publicado en el periódico ABC (figura 2), la gama de productos Fum contenía DDT, HCH y pelitre, los tres compuestos más utilizados en aquel momento. Parece ser que esta empresa produjo el primer fumígeno en pastillas en España al que llamaron Fum, que al principio solo estaba formulado con DDT (figura 3). Y fue gracias a su éxito que este nombre fue utilizado para otros productos insecticidas.
De este anuncio de 1950, he destacado la imagen que contiene este anuncio (figura 1). La encuentro interesante y descriptiva. Se puede ver la aplicación de un cigarrillo insecticida Fum en el comedor de una vivienda. A la izquierda está la señora de la casa y, a la derecha, la sirvienta. Ambas contemplan cómo quema el cigarrillo insecticida y desprende su niebla. Esta imagen tiene además un componente sociológico importante que muestra la España de la época. Es de notar que la señora es más alta y esbelta que la criada. Además la cabeza de la criada está más inclinada, lo que denota sumisión. Toda una estampa del momento.
Una imagen de los cigarrillos se puede ver en la imagen número 3. Se vendían en cajitas de 10 unidades. Está claro que al quemar un cigarrillo en una habitación, tendría un efecto fulminante sobre los insectos voladores. Se hace extraño desde la actualidad ver a la señora de la casa y a la sirvienta contemplando el humo tóxico, cuando lo correcto sería que aplicaran el producto en ausencia de personas. Sin embargo, en aquella época no había conocimiento de los efectos nocivos de los insecticidas organoclorados sobre las personas. De hecho en la caja, aparecen las frases tópicas con las que se vendían los insecticidas en la época: no mancha y no molesta ni perjudica a las personas y animales.
En el libro ‘Práctica de la moderna desinsectación’ de Gonzalo Piédrola Gil publicado en 1950 [2], se mencionan varios productos fabricados por Industrias Químicas Tello. Estos son: fumígenos Fum (para la desinsectación de grandes locales, primer insecticida de humos fabricado en España), cigarrillos insecticidas Fum (contra moscas y mosquitos), pulverizable Fum (líquido para pulverizador de émbolo), e insecticida Fum (polvo para espolvoreo). Según Gonzalo Piédrola Gil, además de la aportación del primer fumígeno, Tello construyó los primeros aparatos para para el espolvoreo de grandes colectividades de personas sin necesidad de desnudarlos. En la imagen número 4 se puede ver un dibujo del inyector Tello que aparece en el libro. Este aparato permitía inyectar insecticida dentro de los soldados con vistas a despiojar de piojos del cuerpo (Pediculus humanus humanus). Este insecto es vector de varias enfermedades como el tifus exantemático que, en el pasado, diezmaron la soldadesca de numerosos ejércitos. Más de una batalla se perdió por los piojos. Este inyector estaba pensado para la aplicación de polvo insecticida en colectividades de no más de 100 personas. Tenía varios tipos de boquillas para diferentes aplicaciones.
Parece ser que Industrias Químicas Tello también fabricó pistolas espolvoreadoras que se conectaban a compresores con lo que se podía desinsectar a miles hombres en pocas horas. Hasta hace unas décadas, era típico someter a los reclutas que hacían el servicio militar a una desparasitación a base de polvo insecticida.
Esta empresa también fabricó un pulverizador de émbolo con depósito intercambiable pensado para el mercado doméstico. Este pulverizador difería de la competencia en el hecho de que no se tenía que rellenar el depósito para el insecticida, sino cambiarlo por una carga llena. De esta manera, se evitaba que el producto se pudiera derramar.
Para finalizar, apuntar que esta empresa fabricó también productos para uso agrícola como Gorgonil (a base de sulfuro y tetracloruro de carbono), Fumer SD (azufre y DDT), Fumer Mixto (HCH y DDT) y Malthion Técnico (al 4 por 100) entre otros [3].
Notas:
[1] C. Pradera. 19-02-2013. Apuntes sobre la producción de DDT en España. El desinsectador y desratizador.
[2] Gonzalo Piédrola Gil. 1950. Práctica de la moderna desinsectación. Gráfica Administrativa, Madrid. 224 pp.
[3] Ministerio de Agricultura. 1953. Plagas del Campo. Dirección General de Agricultura, Sección de Fitopatología y Plagas del Campo, Madrid.
[4] Redacción. 2016. Tello, història d’una fàbrica. Revista de Santa Magdalena 2016, Gaiata 4 l’Armelar, Castellón. pp 122-123.
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