C. Pradera, Barcelona, 02-12-2013
Ayer por la tarde encontré una gata jugando con un ratón doméstico (Mus musculus) en una escalera. Saqué la cámara e intenté hacer una foto de tan simpática estampa. Pero el ratón iba arriba y abajo y no salía a foco. Dejé la cámara en manos de mi mujer y fui a por el ratón. Lo intenté coger del cuello, pero no lo hice del todo bien. Giró su cuello y clavó sus incisivos en mi dedo índice. Por suerte, mordió en carne. No hubo sangre. Le apreté fuerte en las mandíbulas para que me soltara. Pobrecico. No costó apresarlo. Estaba agotado y asustado. Su sufrimiento intentando zafarse de una gata y luego de un humano debió de ser de infarto. En casa lo dispuse en una caja. Le puse comida y agua. El ratoncito era muy mono. La idea era soltarlo en la montaña después de tenerlo algunos días para hacerle unas fotos. Esta mañana, cuando he ido a verlo, estaba muerto.