C. Pradera, Barcelona, 18-12-2012
Ayer estuve en Roses, en la comarca del Alt Empurdà, Girona. Hacía un día bonito y sin viento. Al entrar en este pueblo viniendo de Figueras se podía ver el cielo lleno de estorninos. Los árboles de las afueras estaban copados de estas aves. Diversas bandadas volaban de un lado hacia otro. No sabría decir qué cantidad de estorninos había, pero eran muchos.
Estas vistosas bandadas que se congregan a principios de otoño, están formadas por el estornino pinto (Sturnus vulgaris). Se concentran en gran cantidad al tener un comportamiento gregario fuera de la época de reproducción. Son un problema en los pueblos y ciudades que escogen para pasar la noche. Se concentran en una zona donde hay árboles. En estos dormideros lo dejan todo sucio de excrementos. Pero también son una molestia durante el día en zonas que escogen como comederos al encontrarse cerca de recursos alimenticios como olivos.
Las grandes bandadas del Empordà se forman con individuos de la zona y otros que llegan de fuera. Por una parte están los estorninos que nidifican aquí en la Península Ibérica. Y por la otra, los que llegan del norte de Europa para hibernar. Todos juntos forman inmensas bandadas que se instalan en diversas poblaciones de nuestro país.
En Roses son un problema al que ya están acostumbrados. Les ha tocado sufrirlos. Se concentran en unos lugares concretos para pasar los meses de más frío a partir de finales de octubre. En estas zonas el piar es continuo. En este punto, son aves creativas que tienen un amplio reparto de sonidos. Con sus heces dejan sucio todo lo que está debajo de los árboles en los que se posan. Tantas aves se alimentan de lo que pueden y esto lo sufren los agricultores. Así que el estornino pinto en invierno es una importante plaga del campo.
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