Carlos Pradera, Barcelona, 30-12-2024

Los ácaros domésticos están presentes en todos los edificios y viviendas. Tan solo es necesario un aumento de la temperatura y humedad para que proliferen a gusto. Es por ello que cuando llega el otoño, aumentan los ácaros en viviendas. Y con ello las alergias provocadas por los alérgenos de los ácaros. Importante problema.

El factor determinante no es el calor, sino la humedad relativa. Cuando llega el frío, aumenta la humedad debido a que el aire disminuye su capacidad de absorber agua. Esto lo constatamos todos quienes tendemos la ropa en una galería exterior. Pero se nota especialmente en interiores donde aumenta mucho la humedad debido a la respiración de las personas, cocinamos más, encendemos las estufas de butano o las calderas, etc. Todo ello hace que en interiores haya más humedad que se condensa en paredes mal aisladas. También hay otros temas de humedad por capilaridad o por un tejado mal aislado que aportan agua. Todo ello facilita que los ácaros domésticos se desarrollen llegando, en ocasiones, a aparecer por todas partes en forma de puntitos de menos de 1 mm que se mueven por todas direcciones.

No es fácil solucionar una problemática de ácaros domésticos, pero no hay otra que eliminar todo aquello que propicie su crecimiento. Y esto significa limpiar a fondo y mantener la humedad de interiores por debajo del 60%. La limpieza eliminará restos de piel de los que se alimenta [1]. Y la humedad será definitivo. Para ello hay que hacer los arreglos en la vivienda que sean necesarios y deshumidificar el ambiente. Se ha de comprar uno o varios deshumifiadores de acuerdo al volumen de aire a tratar. Es especialmente importante acometer todo ello si tenemos personas alérgicas, porque lo van a pasar mal. Los mohos son también una fuente de alimento de los ácaros, así que es necesario poner remedio.

ÁCAROS DOMÉSTICOS

La curiosidad me ha llevado a investigar qué ácaros hay en mi vivienda. Dejo anotado que intento tener la vivienda limpia y bien aireada. Aunque esté en invierno, cuando pega el sol, abro la ventana. Tengo la suerte de que mi vivienda está orientada al sur. Además, vivo en Barcelona y el frío es relativo. Pues bien, he muestreado en varios puntos de la vivienda como las habitaciones, el salón y el estudio con la ayuda de una placa una brocha y un papel en función de recogedor (figura 2). El resultado ha sido que solo había ácaros en un dormitorio que está ocupado por mi mujer y yo. No tenemos hijos. Tiene sentido porque hay una pared mal aislada que está fría y condensa humedad. También había debajo de un mueble que suelo retirar poco. Además de polvo y ácaros, había pelo y restos de piel, alimento de los ácaros.

Con la ayuda de la lupa binocular los he ido cazando. Luego con la ayuda del microscopio los he observado. He llegado a la conclusión de que pertenecen a Glycyphagus domesticus, especie cosmopolita (figuras 1, 3 y 4). No he encontrado ninguna otra especie. Me he asegurado bien de que no fuera Glycyphagus destructor (=Lepidoglyphus destructor) [2]. Para ello hay que mirar los tarsos I y II donde en el subgénero Lepidoglyphus tiene una seta paralela al tarso [3]. La identificación me ha tenido un buen rato entretenido porque los ácaros son pequeños y delicados.

Los ácaros domésticos son especies sinantrópicas que podemos clasificar en ácaros del polvo y ácaros de los alimentos. Los primeros son especies de la familia Pyroglyphidae (Dermatophagoides pteronyssinus, Euroglyphus maynei, etc.) que habitan en viviendas alimentándose de restos de nuestra piel, hongos, etc. Los segundos son especies de la familia Acaridae (Acarus siro, Tyrophagus longior, etc.) o de la familia Glycyphagidae (Glyciphagus destructor) que son plaga en los productos almacenados [2]. Pensemos en los ácaros de la harina y del jamón. Ahora bien, hay algunas especies que tanto habita el polvo casero como el almacén: Dermatophagoides farinae de la familia Pyroglyphidae y Glycyphagus domesticus de la familia Glycyphagidae [2].

Pues bien, al tener en cuenta esto sobre G. domesticus, he ido a mirar unos cultivos que tengo con insectos de los producto almacenados, puesto que siempre rondan ácaros. Pues allí estaban también. Lo que no sé ahora es si los he traído yo a mi vivienda con una muestra de insectos o bien de mi vivienda han pasado a los cultivos.

Sobre G. domesticus

En un viejo manual de 1917, Gilbert y Fournier dicen: «[…] ataca los frutos y las substancias azucaradas, y que, siendo abundante en los almacenes de azúcar, puede pasar a las manos de los que manejan esa sustancia, produciendo lo que los ingleses llaman: la sarna de los especieros» (pág. 524) [4]. No quiero imaginar las condiciones de higiene de estos almacenes y de los trabajadores para que vayan con ácaros en las manos.

En el manual clásico de Gracia Dorado et al. de 1964, se dice sobre G. domesticus: «[…] es un ácaro que se nutre a expensas de sustancias azucaradas y frutos secos, e infestan con mucha frecuencia la crin vegetal. Debido al empleo de este material en los muebles tapizados, llega a constituir a veces una verdadera plaga en las casas, hasta hacerse insoportable. Ataca a las personas, y en ciertos países causa la «sarna de los tenderos», que se presenta en los que manejan azúcar infestada» (pág. 976 ) [5].

Por su parte, Gállego Berenguer en su manual de 2007 nos dice esto de los ácaros del polvo: «[…] su alimentación, a base de la queratina de las escamas cutáneas que se desprenden de la piel de sus moradores, en una cantidad de unos 5 gramos semanales, y que abundan sobre todo en los colchones, sábanas y suelo de los dormitorios, así como en los cuartos de aseo, en donde los ácaros encuentran las condiciones de humedad y temperatura idóneas para su desarrollo y multiplicación» (pág. 376) [6]. Añado que también en la cocina encuentran las mismas condiciones que el baño. Y sobre G. domesticus, añade: «[…] otrora frecuente en la crin vegetal usada para tapizar asientos domésticos (sofás y butacas) ha constituido una plaga frecuente en las viviendas humanas en las que una elevada humedad ambiental favorecía su desarrollo» (pág. 378) [6].

Respecto a su ciclo biológico, podemos sacar datos de un artículo de Chmielewski de 2002 [7]. Este autor crió G. domesticus en condiciones de laboratorio, a 20ºC y 85% HR, usando pan de abeja como alimento. El desarrollo completo es de media de 24,4 días. La hembra pone una media de 190,4 huevos durante 36,9 días. Llega a adulto una media de 74,5% de individuos y vive como adulto unos 55,7 días. Esto es una tasa de crecimiento peligrosa. Pero lo cierto es que cuanta más temperatura, menos tiempo en completar su ciclo. El autor compara sus datos con dos estudios anteriores con valores muy parecidos.

Para acabar, comentar que este año 2025 me he planteado profundizar en el conocimiento de los ácaros. Es un mundo al que le tengo respeto, pero me motiva. Llevo unos años profundizando en la familia Ixodidae.

Notas:

[1] No vale cualquier manera de limpiar. Se ha de hacer con aspirador dotado de filtro HEPA para no dispersar ácaros, huevos y alérgenos. Se puede hacer en húmedo aplicando primero un desengrasante o un producto alcalino para eliminar los ácaros.

[2] C. Pérez-Santos & A. G. Moreno. 1991. Los ácaros en la alergia. Laboratorios Dome/Holloster-Stier, Madrid. 131 p.

[3] P. Klimov, B. OConnor, R. Ochoa, G. Bauchan, A. Redford & J. Scher. 2016. Glycyphagus. Bee Mite ID. Enlace: idtools.org/bee_mite/index.cfm?packageID=1&entityID=101 (consulta: 02-01-2025).

[4] A. Gilbert & L. Fournier. 1917. Manual de Parasitología. Casa Editorial P. Salvat, Barcelona. 663 p.

[5] F. Gracia Dorado, J. Gállego Berenguer & J. Gil Collado. 1964. Parasitología con nociones de Zoología general y aplicada. Artes Gráficas CIO, Madrid. 1333 p.

[6] J. Gállego Berenguer. 2007. Manual de Parasitología. Morfología y biología de los parásitos de interés sanitario. Universidad de Barcelona. 517 p.

[7] W. Chmielewski. 2002. Life parameters of Glycyphagus domesticus [De Geer] [Acarina: Glycyphagidae] infesting stored apples – results of laboratory culture on bee-bread. Journal of fruit and ornamental plant research, 10: 155-165.