C. Pradera, Barcelona, 06-12-2016
Nuestros clientes guardan guardan objetos interesantes sin saberlo. A veces, bajas a un sótano y te encuentras un portacebos antiguo. Otras, asomas la cabeza en un falso techo y encuentras una bolsita de grano rodenticida de una vieja marca. Y a menudo, en armarios carcomidos o estantes empolvados, encuentras envases de insecticida que perdieron su gloria y ya nadie los utilizó. Este es el caso de los dos botes insecticidas de la marca Dead Mell que se pueden ver en las imágenes. Una marca que yo desconocía, pero que he conocido gracias a Nelia López, Directora Técnica de Urgentia Alicante (plagasalicante.es). Se encontró con estos envases de insecticida que un técnico descubrió y pensó que podrían ser de mi interés. Gracias por ello.
Me pregunto cuánto tiempo hacía que este par de envases de gas a presión permanecían abandonados. Uno de ellos, como se puede observar, perdió su contenido. El envase tiene una estética ochentera e industrial. En su etiqueta no aparece nada que pueda indicar cuándo fue fabricado. Un detalle importante es que no aparece el número de registro. Si est envase es anterior a la década de 1990, debería llevar una frase de este estilo: «Nº Registro D.G.F.P.S. XXX-INS». Los productos plaguicidas de entonces tenían un número con tres cifras, que identificaba el producto, seguido las iniciales INS o RAT, según su su uso.
Puede parecer raro que un producto plaguicida fuera comercializado sin autorización sanitaria. Pero si nos situamos en la época, no es tan raro. Existen dos posibilidades al respecto. En primer lugar, que se tratara de un producto pirata Siempre han existido este tipo de productos. Y más en aquellos años. Por ponernos en la época, entonces era normal que las empresas de control de plagas se hicieran ellas mismas los rodenticidas o los insecticidas. Recordemos que todavía estaba en boga el uso de botellas autoeyectoras. Uno mismo llenaba la botella con los ingredientes y, luego, iba a aplicar al cliente. Estos formulados propios estaban al margen de todo registro.
En segundo lugar, y más probablemente, Dead Mell debía ser un producto comercializado tan solo en el ámbito profesional. Al no ser un producto de ámbito doméstico comercializado en tiendas, este producto careciera de la obligatoriedad de registro. Como se puede ver en la etiqueta, el fabricante es Brikensa España SA, una empresa que se dedica a química industrial [1]. Empezó su andadura en 1974 en la Avenida de Andalucía n. 11 de Málaga. Hoy continúa en la misma ciudad, pero en las afueras.
Como bien sabemos, los productos de uso industrial corren otro camino diferente a los de uso doméstico. Y en aquella época la brecha a nivel de legislación entre ambos tipos de productos era, si cabe, más grande. La legislación de la época era muy laxa y los industriales hacían lo que querían. Tengamos en mente la fuerte contaminación de nuestros ríos y mares. Todo iba a para a ellos. Un detalle que echo de menos de los productos plaguicidas de antaño es que apareciera el nombre del Director Técnico. En la etiqueta se puede leer como responsable a Pablo Arán López. He buscado en internet, pero no he encontrado información sobre esta persona.
Respecto al formulado, se trata de un envase de gas a presión para proyectar un aerosol. Es un producto que sirve tanto para aplicar en un volumen contra insectos voladores, como para aplicar sobre una superficie contra insectos rastreros. Polivalente. Respecto a la fórmula, lleva dos materias activas organofosforadas, diclorvós (DDVP) al 1,1% y fenitrotión al 1%. Una materia activa aporta efecto de derribo y otra persistencia. También lleva perfume al 0,07%, lo cual indica que, de no llevarlo, el olor sería poco soportable. Y como vehículo lleva un disolvente al 97,83%. A saber qué llevaba, pero quizás sería tan letal como las materias activas insecticidas.
Fue muy habitual desde que aparecieron los insecticidas de síntesis en la década de 1940. En aquellos años se enriquecía el DDT con pelitre. Pero en la década de 1970 y 1980 se utilizó mucho el diclorvós como insecticida de derribo, ya que tiene una alta presión de vapor [2]. Se decía que tenía efecto vaporizante y, seguramente por ello, Shell lo bautizó también con el nombre de vapona. En cuanto al efecto persistente, en aquellas décadas se utilizaron organofosforados y carbamatos. Para este insecticida se utilizó fenitrotión, materia activa descubierta hacia 1959 y comercializada por Sumitomo Chemical Co y Bayer AG a principios de la siguiente.
Notas:
[1] Brikensa España SA, camino de San Rafael, 53, 29006, Málaga. Web: brikensa.com.
[2] C. Pradera. 05-12-2015. Un poco de historia sobre el diclorvós. El desinsectador y desratizador.