Hace unos días estuve en la Selva de Oza. Es un enclave de gran belleza situado en Hecho, en el Pirineo de Huesca, cerca de Navarra. En la imagen número 1, se puede ver una bonita estampa de este valle a la altura del refugio forestal, a 1.100 metros de altitud. Las aguas son recogidas por el río Aragón Subordán, el cual ha labrado un estrecho congosto por el cual se accede al valle. Llegamos al mediodía. Y después de comer acompañado de la paz que transmite el lugar, mi mujer y yo decidimos pasear un poco. Emprendimos un camino que ascendía hacia el pico del Castillo de Acher.

Fig 2. Hormiguero de Formica rufa en el camino que va al pico del Castillo de Acher./ Desinsectador 2016
Me entretuve durante el camino observando la naturaleza que me rodeaba. En el llano abundaban los abetos. Pero en el ascenso, al adentrarnos en la zona de umbría abundaban las hayas. Con la mirada atenta al suelo, busqué a ver qué especies de hormigas encontraba. En un tocón encontré hormigas del género Lasius de las que daré cuenta en otro posteo. Al llegar al barranco de Espata, vi debajo de un abeto y a la sombra un montículo de pinaza (figura 2). Me di cuenta de que se trataba de un hormiguero de Formica sp. Me hizo mucha ilusión. Me encantan las hormigas que construyen montículos. Las asocio a la alta montaña. De manera genérica se las denomina como «hormigas rojas». En general, son de gran tamaño. Miden entre 5 y 10 milímetros.

Fig 3. Hormiguero de Formica rufa en el camino que va al pico del Castillo de Acher./ Desinsectador 2016
Pedí a mi mujer que se situara junto al montículo como referencia (figura 3). Y luego con un metro medí la base (figura 4). Calculé que de largo medía 1,5 metros. Y de alto unos 80 centímetros. Sobre el montículo había gran actividad (figura 5). En especial, cerca de las entradas (figuras 6 y 7). Llegaban obreras con acículas y palitos para agrandar el hormiguero (figura 8). Y también con gran número de presas (figura 9 y 10). Las hormigas que construyen montículos son expertas buscadoras de alimentos. Cualquier insecto que entre en su territorio, si no tiene cuidado, será capturado y transportado al hormiguero. Y también buscan árboles con áfidos para alimentarse de la melaza que segregan. Limpian muy bien el terreno resguardando los árboles de plagas perjudiciales. Además, son agresivas y luchan palmo a palmo con hormigueros vecinos.
Anduve con cuidado, pues estas hormigas se molestan por nada y se le suben a uno encima rápido. Además, son capaces de rociarte con ácido fórmico. En diversas direcciones partían caminos repletos de obreras (figuras 11 y 12). Estos caminos se distinguían bien, pues no crecían las plantas. Una colonia de Formica rufa puede contener un gran número de obreras, ya que cuenta con muchas reinas trabajando por hacerla crecer (poliginia). Para alimentar tal cantidad de hormigas es necesario que el terreno de forrajeo sea grande. Se calcula que pueden llegar hasta 100 metros a la redonda. A unos 3 metros del montículo corría el río Espata, lo cual limitaba de forma natural el territorio. Al regresar de nuevo al punto de partida, por el camino encontré otro montículo de Formica sp debajo de una zona donde abundaban las hayas (figuras 15 y 16). Aunque este se encontraba abandonado.













