C. Pradera, Barcelona, 30-03-2016
Disfruté de un maravilloso tiempo de primavera en Abiego, en el Somontano de Aragón. Es el pueblo de mi abuela y tengo una relación emocional fuerte. Pasé muchos veranos allí. En una era cercana encontré ladrillos abandonados, restos de una obra que no se colocaron (figura 1). Lo que nosotros desechamos, es una oportunidad para otros. Sin embargo, estos ladrillos expuestos al sol no son una oportunidad para cualquiera. Están llenos de agujeros que pueden ser cámaras para el desarrollo de larvas de abejas albañil del género Osmia. No es fácil la identificación de las abejas de este género que cuenta con un número largo de especies.
Como se puede ver en las imágenes tantos ladrillos ofrecen una gran posibilidad para las Osmia. Y no la desaprovechan. Las Osmia son fáciles de ver en un hotel de insectos. Si colocamos cañas, ellas aprovechan el interior hueco. En los ladrillos había muchas celdillas tapadas y otras por tapar con barro. Las Osmia pasan el invierno en la cámara. Cuando llega el buen tiempo a finales de la primavera salen y se ponen a trabajar. Lo primero es la cópula entre machos y hembras. El macho tiene su función, así que pronto muere.
Es necesario completar el ciclo tantas veces como sea posible. Y este trabajo lo llevan a cabo las hembras. Se meten dentro del agujero para llenarlo de polen y depositar el huevo. Es necesario mucho polen para el desarrollo de la larva. Y es por ello que las Osmia son unas grandes polinizadoras. Muy necesarias. Muchos viajes llevando polen. La abeja albañil recubre la cámara con barro y la subdivide levantando tabiques de barro. Cada subcámara la llena de polen y néctar y luego deposita un huevo encima. Luego recubre el orificio de entrada. Un trabajo fino de albañilaría. Luego el sol hace lo que toca y seca el barro dejando la cámara sellada.
Como se puede ver, las Osmia, además de ser necesarias para la polinización de muchas plantas, son de gran belleza. La especie de las imágenes tiene un precioso abdomen con claras filas de pelos rojos y amarillos, según se vea. En conjunto, esta abeja es de las más bonitas que hay en nuestros campos
















Interesante reportaje, y curioso que un desinsectador tenga la sensibilidad de valorar el trabajo de las abejas. No matemos a las abejas, es el pan de la agricultura. Buenas fotos macro, por cierto para ser del 2016.
Natxo. Gracias por tu comentario. Pero si te parece curioso es que no conoces muchos desinsectadores. Quizás tengas estereotipos que no te dejan conocer la realidad. Espero que te des cuenta de la tontería que has escrito. Saludos y disculpa por ser tan claro.