C. Pradera, Barcelona, 01-11-2015
Voy a dedicar esta entrada a los envases de productos insecticidas, un tema del que ya he escrito en alguna ocasión [1]. Es necesario que los envases sean seguros. Y no me refiero a que sean seguros para su transporte, sino a que lo sean en el momento de su uso.
En la imagen número 1, se pueden ver tres envases diferentes para un mismo tipo de formulado conocido como concentrado emulsionable. Diría que es el formulado insecticida más común que se puede encontrar en el catálogo de cualquier fabricante. Antes de aplicar un concentrado emulsionable, el técnico de control de plagas debe mezclarlo en agua para obtener el caldo de trabajo. En este punto, se requiere cuidado y precisión. El cuidado es necesario porque el producto se puede derramar. Y la precisión también, puesto que hay que aplicar la dosis justa. De los tres envases de la imagen número 1, el de la derecha es el menos seguro para el aplicador. Se trata de un envase que tiene sus inconvenientes. El más importantes es que necesita de otro envase medidor para calcular la dosis. Hay que tener en cuenta de que el producto está registrado para aplicaciones de control de plagas urbanas. Y las cantidades que se suelen utilizar en tratamientos son pequeñas. Es un envase obsoleto y alejado de cualquier idea que se pueda tener de profesionalidad.
El envase estándar debería ser como el que está en medio. Esta clase de envase tiene en la parte superior un medidor que permite calcular la dosis justa. Un detalle que me gusta del producto de la imagen es que viene servido en un envase de medio litro de capacidad. Si uno no aplica mucho insecticida al cabo del año, cuanto menos producto tenga almacenado mejor. Ahora bien, es posible dar una vuelta de tuerca al envasado de insecticida que proporcione mayor seguridad. Esto se puede ver en el envase de la parte izquierda de la imagen número 1. El concentrado emulsionable se encuentra empaquetado en bolsitas hidrosolubles. Tan solo es necesario dejar caer la bolsita en el depósito del aparato pulverizador y, tras unos minutos, el caldo insecticida se encuentra listo. Sería bueno que este tipo de envase fuera el habitual. Aunque llegar a este punto costará. Para ello hace falta que todos los implicados en este sector seamos más conscientes.
Notas:
[1] C. Pradera. 19-01-2015. Sobre los envases de los productos insecticidas líquidos. El desinsectador y desratizador.
Hola Carlos.
Muy buen artículo, como casi todos. Comentar que, yo me he visto en la necesidad de tener que traspasar el contenido de un embase sin dosificador a otro vacío y limpio con dosificador.
Saludos.
A mí me sigue pasando con algún producto.
Aunque reconzco la practicidad de las bolsitas hidrosolubles y que con ellas el tema del residuo queda resuelto, me gustan más los envases con el medidor incorporado, ya que las bolsas te obligan a usar siempre el mismo tipo de máquina pulverizadora y eso siempre es una limitación