C. Pradera, Barcelona, 20-07-2015
Esta entrada la escribo gracias a Andrea Saiz, bióloga en MYLVA SA, quien me envió un correo eléctronico hace unos días. Así pues, se la dedico.
En el correo comentaba que se había encontrado cinco cápsulas como la que se puede ver en la imagen número 1. Se las había encontrado en el jardín de una casa y no sabía a qué insecto atribuírlo. Las cápsulas estaban abiertas por un extremo y recubiertas por lo que parecían excrementos. Yo le contesté diciéndole en primer lugar que yo no recordaba haber visto nada parecido. Me excusé diciéndole que yo no era biólogo, sino curioso por naturaleza. Y le comenté que si encontraba qué insecto había hecho esa cápsula le informaría. Pues bien, esta mañana se ha resuelto el misterio. Voy a dar detalle de cómo ha ido la pesquisa.
Esta mañana estaba en Premiá de Mar. En esa población, como en cualquier otra, hay árboles en las aceras. Y muchos están atacados por insectos xilófagos que van minando la madera de los que están enfermos y debilitados. Ha dado la casualidad que he dejado la furgoneta ante uno que estaba atacado (figura 2). Al regresar de realizar el servicio, he visto que el tronco tenía perforaciones de lo que parecían cerambícidos (Cerambycidae). Me he puesto a observar. Entonces he mirado al suelo y he visto que en una esquina del alcorque se acumulaban un montón de excrementos (figura 3). Me he agachado y he pensado que se parecían a excrementos que había visto al pie de otros árboles con parte del tronco carcomido y podrido. Hace cuestión de un par de meses estuve intentando detectar qué larva de insecto podía depositar excrementos tan grandes (figura 4). Anduve mirando en el interior del tronco sin éxito. Pues bien, esta mañana me he dicho que tenía una segunda oportunidad para averiguarlo.
Lo primero que he hecho es acotar la zona por donde estaban los excrementos. Luego he hecho saltar un poco de la corteza del árbol por la parte de abajo. Una vez arrodillado, me he puesto a escarbar y ha aparecido un hueco en el árbol. He metido la mano y he sacado cápsulas como las de la imagen que me envió Andrea Saiz (figura 5). Al ver esto he saltado de alegría. En las imágenes 6 y 7, se puede ver el interior de este hueco con varias cápsulas. Entre estas, también había huevos de salamanquesa. He recogido el máximo número de cápsulas para llevármelas a casa. Esta tarde, sobre la mesa del estudio me he puesto a intentar desentrañar el misterio (figura 8). Para ello he separado las cápsulas que estaban abiertas de las que estaban cerradas. He mirado en las cápsulas abiertas si había restos de la cutícula de algún insecto y he encontrado algunos restos que me han hecho pensar que se trataría de una especie de la familia Scarabaeide. Luego me he puesto a abrir con cuidado las cápsulas cerradas. Me he encontrado que muchas tenían pupas no desarrolladas (figura 10). Pero justo la penúltima que quedaba por abrir va y me encuentro un bellísimo escarabajo formado en su totalidad, pero que todavía no había hecho el esfuerzo de horadar la cápsula (figura 11).
Tenía ante mí un hermoso color verde metálico. No me ha costado mucho encontrar un par de especies de escarabeidos en la zona donde vivo que se parecen en forma y color. Podría tratarse de una Potosia cuprea o de una Cetonia aurata. Ambas especies pertenecen a la subfamilia Cetoniinae. Si tengo que decantarme por una de estas dos, creo que se trataría de Potosia cuprea, ya que es un poco más grande que Cetonia aurata. La primera mide más de 20 milímetros, mientras que la segunda no sobrepasa esta medida. Le he hecho un montón de fotos a excepción de la zona ventral, ya que me hubiera servido para distinguir entre ambas especies. Unos diez minutos después, se ha puesto sobre sus patas y ha intentado encaramarse a una cápsula. Pero claro, esta es redonda y pesa poco. Al intentar trepar la cápsula se le venían encima. Al imaginar lo que quería hacer, lo he cogido con los dedos y me he acercado a la ventana. Ha levantado sus élitros, ha sacado sus alas y se ha alejado con un bonito zumbido.
Para acabar, anotar algunos datos sobre estas especies. Por lo común tienen una coloración verde metálica. Aunque también puede ser dorada o bronce. Tienen un ciclo de vida de dos años. La larva vive en el suelo y se alimenta de madera en descomposición o de raíces. Cuando llega finales de la primavera, la larva se transforma en pupa en el interior de la cápsula que construye. Me encantaría ver cómo lo hace. Parece hecha de tierra que va amasando como quien construye una vasija. Sobre la pared exterior de la cápsula imagino que se adhieren los elementos que se encuentran en el suelo. En este caso, abundan los excrementos y es por ello que está recubierta de estos. Yo creo que estos excrementos son de la propia larva. Pero no estoy seguro del todo. Si alguien puede confirmarlo, se lo agradeceré.
Genial! Mil gracias por resolver el misterio y por el post!
Un saludo!!
No, gracias a ti.