Ayer, gracias a Eduard Durany y Sergi García, tuve la oportunidad de ver un pollo de halcón peregrino (Falco peregrinus). Estas dos personas son las responsables del programa de introducción de halcones en la ciudad de Barcelona [1]. Fue una experiencia emocionante. No solo por haber visto un pollo de halcón por primera vez en mi vida, sino por donde estaba situado el nido. No fue fácil la tarea de anillarlo. Para ello, un agente rural tuvo que descolgarse por el acantilado de la montaña de Montjuic. La vista era de gran belleza. Sentados en la ladera de la montaña teníamos delante el puerto y el mar Mediterráneo irradiaba serenidad. Además, estábamos rodeados de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) que están en plena época de incubación.
Fue un largo rato de espera, hasta que vimos subir al agente rural. Llevaba el pollo en una bolsa. Por razones no del todo claras, de los cuatro huevos que puso la hembra, este año tan solo nació un polluelo. Según Eduard Durany, puede que se deba a la avanzada edad de la hembra. Las primeras nidadas en la misma zona fueron de 4 pollos. Me sorprendió las afiladas uñas. Parecían de acero. Esto dota al halcón de unas garras poderosas para cazar al vuelo. El pollo estaba asustado y no paraba de quejarse. Se le puso un capuchón, pero no se calmó mucho. Después de anillarlo, se le volvió a meter en la bolsa y el agente rural lo devolvió a su nido en el acantilado.
Notas: