«Neositrín desaloja piojos». Esto es lo que leí esta mañana en un anuncio colocado en la parte trasera de un autobús. Me ha hecho pensar que estamos en la época en la que muchos niños llevan piojos. En verano algunos niños cogen piojos y, en septiembre, los reparten entre sus compañeros de escuela. Los piojos no van a echar a perder una cabeza limpia de niño. Con discreción la colonizarán. Y como se descuide un profesor, también se le reproducirán en su cabeza. Los piojos no son nada bueno. Pero por suerte, se trata de piojos de la cabeza, Pediculus humanus humanus, y no de piojos del cuerpo, Pediculus humanus humanus. La diferencia entre uno y otro es la zona del cuerpo donde se instalan. Pero no solo eso. El segundo está ligado a falta de higiene, ya que pone los huevos en la ropa, y es portador de enfermedades. Fue responsable de que muchos ejércitos fracasaran en su intento por conquistar países tal y como le sucedió a Napoleón en Rusia. Por suerte, el piojo del cuerpo no se ve en el primer mundo. La lavadora revolucionó el mundo en muchos aspectos.
El anuncio del autobús decía que «Neositrín desaloja piojos». Esto me parece una exageración. Pero es lo que sucede con la publicidad. Todavía no he visto un anuncio publicitario donde no se dijera alguna mentira. Sea grande o pequeña. Neositrín, en todo caso, mata los piojos. Quien va a desalojarlos va a ser la persona que pase la lendrera por la cabeza de su hijo. Y esto lleva un buen rato y paciencia. Además, Neositrín se tendrá que volver a aplicar al cabo de una semana para acabar con los jóvenes piojos que salieron del huevo, porque neositrín no es ovicida, sino adulticida. Eso sí, es un buen adulticida y no es un plaguicida. Neositrín está formulado con dimeticona al 4%. Se trata de una silicona que envuelve al piojo tapándo los espiráculos por donde respira, lo cual produce la muerte por asfixia. Es uno de los mejores descubrimientos para acabar con los piojos. Hace pocos años, estaba disponible Filvit Loción con malatión. Terrible. Todavía quedan productos con piretrinas y piretroides (permetrina y fenotrina). Mi madre usaba alcohol de curar heridas. Nos lo echaba en la cabeza en abundancia y luego la cubría con una toalla unos 30 minutos. Después de esto, no quedaba un piojo vivo.