C. Pradera, Barcelona, 30-05-2013
Paseando cerca de casa encontré una larga hilera formada por hormigas obreras. Iban desde un agujero en una pared hasta un terreno cercano. Las que se dirigían al agujero llevaban avena entre sus mandíbulas. Las miré de cerca. Había hormigas de tamaños diferentes. Las más grandes medían un centímetro. Estaba delante de una especie polimórfica. Esto las hacía diferentes a las especies con las que suelo lidiar en control de plagas. En la fotografía número 1 se pueden ver dos obreras. La mayor de 1 centímetro es el doble de largo que la pequeña. En la fotografía número 2 se puede ver una obrera grande llevando una caracola pequeña. Todo un ejemplo de fuerza hercúlea.
Después de estar un rato mirándolas y haciendo fotos, recogí unas cuantas y me las llevé a casa para identificarlas. Se parecían mucho a las hormigas del pueblo de mi abuela situado en el Somontano aragonés. Recuerdo unas hormigas parecidas recorriendo los campos de cereales a la búsqueda de grano. El género Messor no costó encontrarlo porque es característico, pero determinar la especie costó un poco más. Las obreras pertenecen a Messor barbarus, especie parecida a otras que hay donde vivo como Messor bouveri o Messor capitatus. Son especies comunes en la mayor parte de la Península Ibérica.
Para identificar hormigas del género Messor, tendremos en cuenta varios aspectos. El primero de estos es el polimorfismo acentudado de las obreras, como ya he comentado en el párrafo anterior. Esto nos dará una pista. Luego hay que recurrir a la lupa binocular. Una imagen hecha a través de este aparato es la fotografía número 3. Lo primero que miro en una hormiga es si tiene uno o dos peciolos. Las hormigas de este género tienen dos peciolos entre el mesosoma y el gastro (núm. 1). Luego miro la forma del mesosoma (tórax). Este está formado por tres segmentos pronoto, mesonoto y propodeo. Mirando cómo cada uno de estos segmentos se ensambla con otro se pueden distinguir géneros. En el género Messor, el encuentro entre el mesonoto y el propodeo se forma un ángulo de 120 grados (núm. 2). Un tercer aspecto para identificar el género es la forma de la cabeza (núm. 3). Vista de frente es de cuadrada o rectangular con unas amplias mandíbulas. No sé si esto se puede apreciar bien en la fotografía número 4. Además los ojos son pequeños y alejados de las mandíbulas.
La hormiga Messor barbarus es robusta. Se distingue bien de otras hormigas del mismo género por ser cabezonas. Tienen la cabeza más grande que el gáster. Aunque esta característica la comparten con la especie Messor capitatus. No es fácil distinguir ambas especies. Ahora bien, podemos recurrir a diferencias en el mesosoma. El mesonoto del la Messor barbarus está más apretado contra el pronoto en su descenso hacia el propodeo. Pero donde se ve la diferencia es en el propodeo que tiene romo el borde del ángulo. En la Messor capitatus, este ángulo es más bien puntiagudo.
Las hormigas de esta especie son básicamente granívoras. La fotografía número 3 es curiosa porque una obrera lleva una caracola. Las hormigas, como los hombres, cumplen con el refrán que dice que a falta de pan, buenas son tortas. Las obreras pueden llegar a vivir hasta 3 años. Las más pequeñas pueden medir 3 milímetros y, las más grandes, 12. Es una especie monogínica, es decir, una sola reina por hormiguero. Este es un aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de ejercer un control sobre hormigas. Una colonia poligínica es más difícil de controlar. Puedes eliminar una reina, pero quedan otras. Además todas colaboran para que la colonia crezca más rápidamente. Una reina de Messor barbarus puede llegar a vivir 15 años. El crecimiento de la colonia es lento. En internet se puede encontrar bastante información de esta especie tan bella. Parece ser que es fácil criarla en cautividad y muchos aficionados a la mirmecología recurren a esta.
No dejas de sorprenderme, cada día que pasa estoy más enganchado a este mundo.
Gracias por tanto esfuerzo y dedicación.