Abrir un portacebos para rodenticida que esté situado en exteriores resulta siempre interesante. Y si este portacebos está situado en un edificio cercano a un campo o a un bosque, todavía es más interesante. Suelo encontrarme dentro insectos, miriápodos, gasterópodos, entre otros pequeños animales. En el caso de encontrarme gasterópodos, caracoles o babosas, lo normal es que el cebo rodenticida resulte consumido.
Este caso sucede en portacebos situados en zonas que quedan a la sombra o son húmedas. Las babosas y caracoles pueden acabar con cualquier formulado rodenticida, ya se en grano, en bloque o en pasta. Esto se ve claramente cuando se observan los excrementos, pues quedan tintados del color del rodenticida. En el caso de utilizar rodenticidas con materia activa de la familia anticoagulantes, los gasterópodos no quedan afectados. Los anticoagulantes tan solo afectan a mamíferos y aves. Ahora bien, estos animales quedan contaminados y, dependiendo de la cantidad de rodenticida ingerida, pueden ser potencialmente peligrosos para otra fauna no objetivo. Este tipo de contaminación pasa, por tanto, a la cadena alimentaria.
Una de las babosas más grandes que hay en nuestro país es la que se puede ver en las imágenes. Se trata de Limax maximus, conocida comúnmente como babosa leopardo. Puede llegar a medir entre 10 y 20 centímetros de largo. Como se puede apreciar en las imágenes, es de gran belleza. Esta babosa, como otras, se puede introducir en nuestras despensas y vivir de nuestras existencias, si tenemos una cocina húmeda. Es nativa de Europa, pero se ha extendido a otras partes del mundo al ser transportada accidentalmente en mercancías.