C. Pradera, Barcelona, 08-08-2020
El pasado año descubrí los vermileónidos, una familia de dípteros de la que no sabía nada [1]. Según el catálogo de los dípteros de España y Portugal, en la Península Ibérica tenemos dos géneros, Lampromyia y Vermileo, con dos especies para cada uno [2]. Es poca cosa para una familia y para lo grande que es la península. Parece que hay pocos estudios sobre esta familia. Es probable que en el futuro se encuentre alguna nueva especie o se separe una de otra con la cual se había confundido.
Este año decidí criar de nuevo larvas de vermileónido. Son más que interesantes. Las larvas cavan un hoyo en forma de embudo. Se sitúan en el fondo y esperan a que caiga una hormiga. Luego la atrapan contorneándose y se entierran para devorarla. Este comportamiento es muy parecido al de los mirmeleontónidos (Myrmeleontidae), también conocidos como leones de hormigas. Pero a diferencia del pasado año, crié las larvas por separado (figura 3). Si se colocan juntas es posible que se depreden unas a otras si no son alimentadas convenientemente para saciar su necesidad de crecimiento. A principios de verano es el momento en el que he observado que pasan de larva a adulto. Para su alimentación les proporcioné obreras de tres especies de hormiga que tenía a mano: Tetramorium grupo caespitum, (T. immigrans, sería la de mi zona), Linepithema humile y Pheidole pallidula.
Como se puede observar en la primera imagen, este año he criado larvas de Vermileo vermileo. Si no se es un experto, hasta que no emergen los adultos uno no sabe qué se va a encontrar. En la Península Ibérica está presente otra especie del mismo género, Vermileo nigriventris. Discernir entre una especie y otra es fácil debido a la diferente coloración del adulto. En el caso de V. nigriventris, como su nombre indica, tiene el abdomen oscuro. Las larvas fueron recolectadas en una granja de vacas situada en Cornellà de Terri, en la comarca de Pla de l’Estany, Girona.
En el medio natural, los vermileónidos se encuentran al abrigo de voladizos de roca protegidas de la lluvia o el viento y en donde se acumule arena fina. Esto es condición básica. No es fácil construir un embudo con las pendientes suficientemente inclinadas para que caigan las hormigas y resbalen al trepar. He observado embudos de vermileónido en toda Cataluña, que es la zona por donde campeo en busca de insectos. Ahora bien, el medio humanizado, como es el caso de una granja, les ofrece un buen número de lugares donde desarrollarse. También los he visto alrededor de viviendas que tenían un voladizo de tejado que cubría lo suficiente como para protegerlos. Por tanto, esta familia de dípteros ha sabido aprovechar bien el medio humanizado. Y además no le falta alimento porque hormigas tenemos por todas partes.
En las imágenes 4 a 10 muestro el cobertizo donde recolecté las larvas. La condición necesaria es que el cobertizo tenga el suelo de arena. Si hay vermileónidos en la zona lo tendrán fácil para instalarse. Y aunque la arena no sea lo suficientemente fina se espabilan y son capaces de sacar piedrecitas que les molestan. En las imágenes 4 y 5 he indicado mendiante una línea naranja la zona donde estaban instaladas las larvas. En esa parte más cercana a la pared no son molestadas y no so pisadas por las personas ni por los animales domésticos. Se puede observar la zona de paso por las marcas de los zapatos.
Para finalizar, un apunte. Si alguien tiene la curiosidad de criar larvas de vermileónido, cosa que recomiendo si se tienen niños para despertar el interés y amor por la naturaleza, que recolecte larvas de una zona donde haya un buen número. Y en el caso de que sean escasas, que no se las lleve todas.
Notas:
[1] C. Pradera. 21-08-2019. Apuntes sobre vermileónidos (Diptera, Vermileonidae). El desinsectador y desratizador.
[2] Miguel Carles-Tolrá (coord.). 2002. Catálogo de los Diptera de España, Portugal y Andorra (Insecta). Sociedad Entomológica Aragonesa, Zaragoza. Monografías, Vo 8. 323 pp.

Fig 4. Embudos con larvas de Vermileo en un cobertizo. Estas se encuentran por lugares no pisados por tractores ni por personas./ C. Pradera 07-2020