Carlos Pradera, Barcelona, 10-11-2016
Años atrás supe de la existencia de un parasitoide de la carcoma llamado Scleroderma domestica. Se trata de un himenóptero betílido (Behtylidae) suficientemente conocido cuya picadura es dolorosa [1]. Pero no fue hasta hace unos meses que me di cuenta de que en la literatura científica anglosajona recibía el nombre de Sclerodermus domesticus. Y también me di cuenta de que, en la literatura científica de Italia, recibía la variante de Scleroderma domesticum. Es decir, que tenemos tres denominaciones parecidas, pero con distinta terminación y declinación, para un mismo insecto. Por lo que he estado averiguando, la primera variante, Scleroderma domestica, parece la más antigua y se sigue utilizando básicamente en España y algún país más. En el caso de los anglosajones, parece que usan Sclerodermus para evitar la confusión con el género de hongos Scleroderma. Y además existe también el término ‘scleroderma’ para referirse a una esclerosis sistémica que provoca el endurecimiento de la piel. Por tanto, teniendo en cuenta lo apuntado, utilizaré en adelante la denominación Sclerodermus domesticus. O quizás sería mejor decir sencillamente Sclerodermus, puesto que existen muchas especies de este género y me veo incapaz de señalar con precisión la especie.
En la imagen número 1, se pueden ver ejemplares de carcomas y de sus parasitoides. Las carcomas pertenecen al género Oligomerus (Anobiidae). Y los parasitoides pertenecen al género Sclerodermus (Bethylidae). Estaban en el fondo de una caja donde guardo los restos de una silla carcomida. Hace cosa de tres años, me deshice de la silla, no sin antes quedarme con algunos trozos que aserré en pequeñas partes y metí en una caja de plástico cerrada herméticamente. Muy de vez en cuando la abro y, si veo ejemplares de carcomas y parasitoides, los recojo y los guardo en un pote de muestras. Hasta el momento han ido apareciendo muertos algunos ejemplares, no muchos. Los que se pueden ver en las imágenes son los que están en mejor estado de conservación. Es interesante hacer constar que no he encontrado ningún ejemplar alado, es decir, ningún macho. Lástima. Parece ser que algunas especies de Sclerodermus se reproducen por partenogénesis, siendo los machos escasos de ver.
Cuando caí en la cuenta de que era mejor escribir Sclerodermus domesticus, me puse a buscar en la literatura antigua sobre este parasitoide con el fin de saber dos cosas. Una, cuál era la cita más antigua en textos españoles de este himenóptero. Dos, cuándo se descubrió su acción nociva sobre las personas. Respecto a la cita más antigua, después de bucear en hemerotecas antiguas, encontré un artículo publicado en 1935 en la revista Gaceta del Libro de Valencia [2]. El artículo fue incluido dentro de la sección ‘Conservación de fondos bibliográficos’ y fue titulado ‘Insectos que los destruyen y sus parásitos’ (figura 5). En un párrafo se puede leer lo siguiente: «También existe un pequeño himenóptero, el «Scleroderma domestica», que persigue a las larvas de «Nemobium», en los que deposita de seis a ocho huevecillos, cuidando después del desarrollo de su prole, lo que no suele ser frecuente en los insectos.»
Este texto hace referencia a una nota realizada por el profesor Francisco García del Cid Arias (1897-1965) sobre el «Nemobium», destructor de documentos y libros en archivos y bibliotecas. He buscado a qué género se refiere. Y creo hace referencia al género Anobium (Anobiidae).
Respecto a las picaduras producidas por el Sclerodermus demesticus, la primera mención realizada en España fue el artículo escrito por el dermatólogo José Mercadal Peyrí publicado en 1953 [3]. Apareció en la Revista Ibérica de Parasitología bajo el título de «El Scleroderma domestica, bajo el aspecto dermatológico (Primera aportación española).» Se trata de un artículo interesantísimo que da a conocer este parasitoide la comunidad científica española. Este importante dermatólogo, tras encontrarse con casos de picaduras que no podían ser atribuidas a chinches de cama (Cimex sp), topó con un artículo publicado por los médicos franceses A. Diss y J. Timon-David [4]. A partir de esta lectura, descubrió la problemática generada por este himenóptero que había permanecido oculta hasta el momento. Tengamos en cuenta que hoy en día a penas disponemos de muebles de madera maciza en los que la carcoma pueda desarrollarse. Y en nueva construcción ya no se instalan marcos y puertas de madera. Pero antaño la madera era el un material fundamental. Así que es de suponer que hubo muchísimas personas afectadas.
En su artículo, José Mercada Peyrí realiza una buena descripción de las lesiones producida por este betílido. Es muy interesante su lectura. Transcribo partes de un par de párrafos: «La lesiones de nuestros enfermos han consistido, habitualmente, en la aparición inmediata a al picadura, de grandes pápulas urticadas con puntura central no hemorrágica; la picadura fué siempre vivamente molesta, lo que permitió la mayoría de veces capturar el parásito por los propios pacientes, aunque no siempre. […] Las picaduras, y consecutivamente las lesiones, por lo habitual son múltiples, a corta distancia una de otra, dependiendo de las facilidades de progresión del parásito sobre la superficie cutánea.»
Otro texto que he encontrado sobre este parásito se encuentra en la enciclopedia sobre vida animal de Giuseppe Scortecci (1898-1973). Imagino que cualquiera persona interesada en la biología conocerá la enciclopedia de este zoólogo de la Universidad de Génova. Fue publicada en italiano bajo el nombre de ‘Animali. Como sono. Dove vivono. Come vivono’ en cinco volúmenes hacia 1953. Fue traducida a varios idiomas. En España, la Editorial Vergara de Barcelona fue la responsable de su traducción y publicación en 1968. Yo poseo tan solo el volumen dedicado a los insectos [5], el cual encontré en una librería de viejo. Curiosamente Scortecci dedicó un buen espacio a la Scleroderma domestica en el apartado destinado a los betílidos (páginas 44-45). Transcribo aquí parte del texto que es muy interesante:
«Los anóbidos que excavan galerías en la madera de los muebles […], además de otros muchos insectos xilófagos, tienen insidiosos enemigos que se introducen en sus galerías y que les ocasionan una muerte lenta y atroz. Entre estos enemigos hay varios betílidos que podemos considerar como cooperadores del hombre en la lucha contra los insectos parásitos y que podríamos proteger e intentar extender si no fuera porque atacan al hombre causándoles daños y muchas molestias.
»»Como ejemplo de los betílidos podemos tomar la Scleroderma domesticum, de tres o cuatro milímetros de longitud. Las hembras, que carecen por completo de alas, tienen el cuerpecillo alargado, muy negro, el cual recuerda -aunque sea lejanamente- el de una hormiga. Estas hembras penetran por las galerías excavadas en la madera por los coleópteros xilófagos […], y al encontrar una larva no muy lejos de la madurez […], se le suben encima y empiezan a trabajar con el aguijón. La pinchan por la parte anterior, por la media y por la posterior del cuerpo, más y más veces, hasta acabar con todo su veneno y hasta obtener que la víctima no sea ya capaz de mover ni un solo músculo. Después abren por varios puntos heridas, con ayuda de las mandíbulas y chupan la hemolinfa que mana, aprovechando tanto este líquido nutritivo, que cambian de aspecto […].
»»Así transformadas, introducen una cierta cantidad de huevos en la larva aún viva del coleóptero […]. Los seres que nacen se alimentan con las sangre, los músculos y los demás tejidos de la larva del coleóptero. […] Cuando salen de los despojos vacíos de la víctima, la madre las lame, las toca con las antenas y a veces, para defenderlas, se les coloca encima protegiéndolas durante las sucesivas fases de metamorfosis.
»»De vez en cuando, sin embargo, las hembras, de sutil aguijón y de activísimas glándulas venenosas, salen de las galerías de los xilófagos y, errando de noche por las habitaciones, pueden instalarse, temporalmente, en la lana de los colchones y de los cojines, o entre las sábanas y las mantas extendidas sobre las camas. Y, siempre a favor de la noche, pueden picar varias veces a los durmientes, con consecuencias muy molestas.»
La última mención a este parasitoide que anotaré en este artículo pertenece a Gustav Kraemer Koeller. Curiosamente este autor no lo menciona en su ‘Compendio de la conservación de maderas’ de 1958 [6], sino en su ‘Tratado de la previsión del papel y de la conservación de bibliotecas y archivos’ de 1973 [7]. En referencia a Dendrobium pertinax, explica sus parásitos y su posible uso como lucha biológica (páginas 436-437):
«Sus principales enemigos son las avispas parasitarias de la familia Braconidae y el himenóptero Scleroderma domestica, de las Bethylidae. Con menos frecuencia se observa también las minúsculas avispas de las Chalcidoidea y solamente en lugares húmedos se encuentra el ácaro Pediculoides ventricosus. También las larvas e imagos de algunos Coleópteros de la familia Cleridae persiguen las larvas de Anobíidos, causando en este caso también daño al libro por la vehemencia con que abren su camino. Alguna importancia relativa en la «lucha biológica» tienen Scleroderma, Brachonidae y a veces Cleridae, pero toda ella es de un valor mínimo en la práctica.»
Hasta aquí este artículo. Si encuentro alguna mención más antigua, la anotaré aquí mismo.
Notas:
[1] Carlos Pradera. 14-06-2015. Parásito de la carcoma de la madera Scleroderma domestica (Hymenoptera, Behtylidae). El desinsectador y desratizador.
[2] Anónimo. 1935. Conservación de fondos bibliográficos. Insectos que los destruyen y sus parásitos. Gaceta del Libro, noviembre de 1935, Año II, No. 13, edita Librería Miguel Juan, c/ Pascual y Genís, 14, Valencia.
[3] J. Mercadal Peyrí. 1953. El Scleroderma domestica, bajo el aspecto dermatológico (Primera aportación española). Revista Ibérica de Parasitología, To. XIII, No. 4, pp. 357-362.
[4] A. Diss & J. Timon-David. 1951. Accidents provoques en France par un insecte piqueur Scleroderma domestica. Societé française de dermatologie et syphiligraphie, No. 58, pp. 35-36, París.
[5] Giusseppe Scortecci. 1969. Insectos. Los Animales, Vol. 5, Editorial Vergara, Barcelona, tercera edición. Edición española dirigida por Enrique Gadea, traducida por I. Viladevall y R. Obiols.
[6] Gustav Kraemer Koeller. 1958. Compendio de la conservación de maderas. Imprenta cervantina, Santander, 526 páginas.
[7] Gustav Kraemer Koeller. 1973. Tratado de la previsión del papel y de la conservación de bibliotecas y archivos. Dirección General de Archivos y Bibliotecas, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid. Dos volúmenes, 838 y 210 pp.
Pues se de su existencia ace tiempo ,suelen estar en muebles tiene carcoma y es bastante irritantes para las personas.
Este verano e tratado viviendas con este problema el dictamen del medico lo achacan a chinche o pulgas este insecto pone sus huevos sobre las carcomas .
Enhorabuena por estas notas, te lo has trabajado bastante!. En lo referente a la posicion taxonomica de este molesto insecto, que tengo en mi casa, por cierto, es curioso que si miras en bold systems, un proyecto que esta intentando captar toda la diversidad de organismos en el mundo, solo aparece como Slerodermus, y no apaece la especie domestica…no se si es que solo ahn comenzado por las especies de ambientes naturales, ya que el proyecto imagino que esta inacabado (como no puede sre de otra forma). Te adjunto el enlace de BOLD:
http://www.boldsystems.org/index.php/Taxbrowser_Taxonpage?taxon=sclerodermus&searchTax=
Un saludo
😉
Gracias por tu comentario.
Hola. Gracias inmensas por el artículo. Es genial. ¿Es posoble que tambien coman la madera o solo comen a la carcoma y a sus crias?
Son parasitoides. Solo se alimentan de larvas de carcoma.