Hay muchas especies de moscas, pero tan solo una recibe el apelativo de doméstica. Esta mosca, cuyo nombre científico es Musca domestica, es uno de los azotes de la Humanidad. A saber cuántos miles de años hace que ronda nuestras casas. Para bien o para mal, es una compañera infatigable del viaje que los humanos emprendimos desde las cavernas. Por suerte para nosotros, hoy en día es más bien escasa en zonas urbanas. Antes en una ciudad era necesario echar mano de los insecticidas. En cambio, ahora es raro verlas en un número que se considere molesto.
Recuerdo cuando en el pueblo de mi abuela había moscas a cientos. Mi abuela emprendía una árdua batalla para ponerlas a raya. Lo conseguía mientras cerrara la puerta y rociara con un espray. Recuerdo verlas caer. También recuerdo el olor penetrante de un insecticida aromatizado con fragancias de flores. El momento de calma duraba poco. Luego, al abrir las ventanas, entraban de nuevo en gran número. En el pueblo había muchos animales. Había vacas, cerdos, corderos, gallinas y conejos. Se criaban hasta palomas para comer. Los estercoleros eran auténticas fábricas de moscas. Ahora ya no se ven casi animales. Ya no hay tantas moscas. Recuerdo que de crío pasaba largos ratos cazando moscas. El mediodía caluroso incitaba al tedio. Perseguirlas era una manera de romper el momento. Recuerdo jugar a meter en un vaso el máximo número posible. Y también recuerdo a dejarlas sin alas o sin patas. Con una pala matamoscas en mano, me consideraba temible. Zasca. Iba matando una tras otra hasta que me aburría.
En esta entrada no pretendo describir la moscas ni su ciclo de vida. Tan solo quiero hacer constar mi admiración por un insecto que se ha hecho resistente a cuantos insecticidas se le han echado encima. Podemos rociarlas con lo que imaginemos. Al cabo de unas cuantas generaciones aparecerá alguna que será resistente. Se han hecho estudios que predicen en qué generación probablemente aparecerá la resistencia. Después de todo lo que hemos hecho para deshacernos de ella, sigue aquí. Así pues, mejor verla con buenos ojos. Si se la mira bien, se le podrá ver la belleza. Y la tiene de la misma manera que cualquier otro ser vivo de este maravilloso planeta en el que nos ha tocado vivir.

Fig 2. La mosca y su sombra están pendientes de mí por si tiene que alzar rápido el vuelo./ Desinsectador 08-2013

Fig 3. Me encanta el abdomen translúcido y de color miel. Se la puede ver regurgitar líquido como quien masca un chicle./ Desinsectador 08-2103