C. Pradera, Barcelona, 13-08-2012
Mi trabajo consiste, básicamente, en matar animales. No es fácil porque me gustan los animales y me despiertan gran curiosidad. Pero claro, alguien debe matar cucarachas. Y ese alguien soy yo. Y yo me digo que hago un gran bien cuando doy una cocina por desinsectada. El hecho de creer que hago un bien aplaca una parte de mi conciencia que me dice que no está bien esto de ir exterminando así por las buenas, aunque esté revestido de actividad económica y productiva. Al fin y al cabo son seres vivos y tienen tanto derecho a vivir como cualquier humano, ¿no? Quizás, nosotros seamos como cucarachas para otro ser. Todo es posible.
El tema de esta entrada es que a veces hay víctimas inocentes en esto del control de plagas. A veces pagan justos por pecadores. Hoy mismo, me he encontrado con un reptil que ha quedado atrapado en una trampa de monitoreo para cucarachas. La trampa consiste en una superficie de cartón impregnada con una capa de adhesivo. Para atraer a las cucarachas hasta la superficie encolada, se deposita un atrayente de tipo alimentario. Las cucarachas, atraídas por el olor, se meten dentro y se quedan pegadas. Aunque el atrayente alimentario está pensado para atraer cucarachas, muchos otros insectos quedan atrapados. No son trampas específicas. Y aunque lo fueran, es difícil impedir acceso a otros animales.
Las trampas suelen estar en interiores, por lo que los insectos que quedan atrapados son de los que es necesario controlar. Al mirar una trampa puedo saber qué insectos se mueven por la zona. A veces sucede que algún reptil entra en una cocina y se meten en la trampa. Deduzco que el reptil se debía meter en la trampa pensando que iba a atrapar a algún insecto. O sencillamente, pasó por allí y se quedó enganchado.
Hay que decir que no es lo normal encontrarse con un reptil atrapado en una trampa. En la foto número 1 se ve un ejemplar joven de lagarto ocelado, Timon lepidus, atrapado. Tuve la mala fortuna de situar esta trampa cerca del exterior de una cocina junto a la puerta de salida de las basuras. Esta cocina está en Sant Cugat del Vallés. El lagarto comparte cautiverio con una cucaracha germánica (Blattella germanica). El lagarto estaba todavía vivo, así que he estado un buen rato para ver si podía desengancharlo. Me ha costado. He sufrido por él. En la fotografía número 2 se puede ver al lagarto mirándome. Debía de estar cansada y dolorida. En cuanto se ha recuperado un poco ha desaparecido. Estos lagartos llegan a medir hasta 50 cm. El ejemplar juvenil de la fotografía, puede que midiera unos 15 m.
Sin embargo, la mayoría de las veces, cuando me encuentro con el reptil atrapado, este ya está muerto. En la fotografía número 3 se puede ver muerta una pequeña salamanquesa común, Tarentola mauritanica. Otra salamanquesa se puede ver en la fotografía número 4. Se trata de otro ejemplar jovenil de salamanquesa rosada, Hemidactylus turcicus. En la foto también se pueden ver hormigas (Pheidole) que están sacando partido de este cadáver. Atacan la cabeza y la parte de la cola. Algunas han quedado atrapadas en el adhesivo. Aunque la mayoría han encontrado el camino para trepar por una de las extremidades de la salamanquesa. Da qué pensar cómo en este Universo todo va reciclándose. La muerte para unos es vida para otros.