C. Pradera, Barcelona, 17-06-2017
Recientemente tuve un caso de pulgas muy interesante en el que encontré dos especies de pulga. Una fue Pulex irritans y, la otra, Ctenocephalides. De la segunda, no sé si se trata de felis o canis. Me centro en la primera porque es la primera vez que la encuentro. Este caso se dio en un núcleo zoológico donde había gallinas, cabras, caballos y perros, entre otros animales.
La primera especie era la predominante en la infestación y se encontraba principalmente en el establo de las cabras y en los lugares de descanso de los perros. Y en menor medida, también detecté la segunda especie en los perros. Uno podría atribuir por tanto que se trata de Ctenocephalides canis, pero lo cierto es que los manuales explican que felis está mucho más extendida incluso sobre perros. Lo cierto es que no me he entretenido en identificarla. Me falta entretenerme en ello.
Como explicaba, es la primera vez que me encuentro con Pulex irritans, porque todas las anteriores infestaciones contra las que he realizado tratamiento han sido contra Ctenocephalides. Esto no significa, que Pulex irritans esté menos presente, sino que se deba, probablemente, al hecho de que los tratamientos que he realizado han sido en edificios en zona urbana. Este sería el primer tratamiento en una granja, donde parece que está más extendida esta pulga.
Uno de los nombres habituales que se le da a P. irritans es el de ‘pulga del hombre’. Esto no me parece correcto, pues es cierto que tradicionalmente era la pulga que se encontraba en las casas viviendo a nuestra costa. Ahora bien, se trata de una especie cosmopolita que no es específica de un solo animal, ya que utiliza una amplia gama de hospedadores, principalmente, mamíferos. Se apunta a que es originaria de América Central o del Sur. Y desde allí, gracias a esta adaptación a variados hospedadores, entre los cuales los humanos, fue llevada a todas partes. Es por ello que sería más correcto llamarla sencillamente ‘pulga común’. Y con el matiz de que el adjetivo común no hace referencia a que es la especie más habitual que podemos encontrar, sino a que es común a diversas especies.
Como se puede ver en la imagen número 1, los ejemplares que encontré miden entre 2 y 2’5 mm. Aunque hay que decir que están muertos y tienen el abdomen encogido. Según los manuales, miden entre 2 y 3’5 mm, siendo las hembras de mayor tamaño que los machos. A simple vista, al recoger algunos ejemplares, me di cuenta de que eran más grandes que Ctenocephalides.
Sin entrar en el detalle de su identificación, destaca el hecho de que no tiene peine pronotal ni peine genal, como sí tiene Ctenocephalides. Y también la silueta ondulada de la parte superior. Un aspecto que destaca de su cuerpo son las extremidades. Tiene unas poderosas garras y gran cantidad de púas. Esto quizás facilita que pueda parasitar una amplia gama de animales. De hecho, cuando las he sacado del vial de muestras con alcohol donde las tenía guardadas, estaban todas enganchadas unas a otras por las patas.
En cuanto a su reproducción, parece que la hembra pone entre 4 y 8 huevos tras cada ingesta. La puesta total es de unos 400 huevos. Los huevos son puestos sobre el hospedador, pero sin quedar fijados a este, de tal manera que van cayendo especialmente en las zonas de descanso. En buenas condiciones ambientales y de acceso a alimento, puede completar su ciclo en 17 días. Los adultos pueden vivir hasta 2 años.
Fuentes:
– Jordan Wyrwa. 2011. Pulex irritans, human flea. Animal Diversity Web (ADW). Enlace: animaldiversity.org/accounts/Pulex_irritans/
– Eric H. Smith & Richard C. Whitman. 2003. Guía de campo de la NPMA para plagas estructurales. NPCA, USA. 984 p.