Carlos Pradera, Barcelona, 15-10-2025
Un comentario común en personas mayores es que los insecticidas de hoy en día no tienen la eficacia de antaño. Por supuesto, este tópico es cierto. Además, en la actualidad estamos todavía en un programa de revisión de las sustancias activas para determinar cuáles son seguras para su uso en la Comunidad Europea. Escribo todavía porque este programa se inició con la publicación de la Directiva de Biocidas en 1998 y aún no ha concluido. Pronto llevaremos tres décadas gracias a la burocracia en la que vivimos.
Hago un comentario político. Pertenecer a la Comunidad Europea es un lujo si pensamos en el espacio Schengen, es decir, en poder circular por una zona de 29 países europeos donde no hay controles fronterizos internos. Sin embargo, en muchos aspectos, no. Si España es un país enormemente burocrático donde la Administración no está para ayudarte, sino para sangrarte, añadamos la burocracia de Bruselas. No añoro los insecticidas de antaño. Al revés, mejor haberlos dejado de lado.
FÓRMULA LETAL
Dejo en esta entrada unas imágenes de un insecticida para la protección de las plantas para su uso por el público en general. Se trata de Floricruz de la casa Cruz Verde de Barcelona que se debió comercializar entre la década de 1960 y 1980. Se trata de una marca de las muchas marcas de esta casa comercial que fue ampliamente conocida por productos como Cucal, Carcomín o Polil.
El dato más antiguo que tengo de Floricruz es que aparece en el Registro Oficial de Productos y Material Fitosanitario de 1964 con el número 3.849. Consta su composición en tres sustancias activas: dicloro difenil tricloroetano (12,5%), isómero gamma del hexacloro ciclo hexano (3,5%) y malatión (25%). Es una mezcla letal de dos organoclorados y un organofosforados. Por supuesto, se trataba de un concentrado para mezclar con el agua y usar en el campo. Creo que aplicado en un campo, debía tener unos resultados espectaculares arrasando con todo bicho que hubiera, no solo invertebrados sino también vertebrados.
En las imágenes de este entrado muestro dos formulados para su uso doméstico. En las imágenes 1 y 2, se puede ver una caja fuelle que contiene polvo para espolvoreo. Tiene el Registro de la Dirección General de Salud número 778 INS. Su composición es el mismo trío: DDT (3,6%), lindano (1%) y malatión (4%). Y en las imágenes 3 a 6, se puede ver un concentrado líquido para mezclar al agua para pulverizar, de aquí que en la etiqueta aparezca la frase «insecticida al agua». El registro de la Dirección General de Farmacia y Medicamentos es el 779 INS. Su composición es DDT (12,5), lindano (3,5%) y malatión (25%). El contenido son 2 milílitros que se disulelven en 5 litros de agua.
UN CASO DE INTOXIACIÓN
Con esta composición, tengo claro que más de una persona se intoxicó, aunque fuera levemente. Antaño éramos un poco inconscientes, lógicamente visto con la mentalidad del presente. Una aplicación de Floricruz en las plantas en el exterior, en una galería o jardín, reduce el riesgo de intoxicación. Sin embargo, una aplicación en plantas de interior, ya es otra cosa. Más de una personas se daría cuenta de la imprudencia de su aplicación. Es interesante leer la etiqueta, ya que se observa cómo éramos entonces. En un lateral pone esto: «PRECAUCIONES. Evitar contactos con alimentos y aguas potables. Guardarlo fuera del alcance de los niños. Para el médico: En caso de ingestión provocar el vómito. No hay antídoto. Terapéutica sintomática, barbitúricos».
Buscando por internet he visto que el nombre de Floricruz está asociado a la intoxicación aguda de una niña de 3 años que fue ingresada en un hospital de España en 2010 [1]. Parece que sus padres le aplicaron un producto de uso tópico para controlar una infestación de piojos del cabello (pediculosis). Cuando los médicos se dieron cuenta de que la niña padecía una intoxicación por plaguicidas, preguntaron a los padres. Ellos explicaron que habían usado Floricruz de Cruz Verde que contenía malatión. Aquí hay algo que no me cuadra porque Floricruz se debió dejar de comercializar en la década de 1990. Y no me entra en la cabeza que los padres aplicaran un producto para la protección de plantas. Creo que alguien no informó (o se informó) correctamente.
En 2010 podría ser cualquier pediculicida marca de los que se vendían hasta no hace mucho en España. Había unas cuantas marcas formuladas con malatión. En 2015 dediqué una entrada a los pediculicidas disponibles en un centro comercial y encontré uno con malatión y permetrina [2]. Se trata de un organofosforado y un piretroide. En una criatura de 3 años es fácil que se pueda producir una intoxicaión si a un progenitor se le va la mano con el productos. La piel lo absorbe todo. Y más si va formulado en un disolvente orgánico. No quiero pensar la de intoxicaciones leves que habrá habido. Hay que tener en cuenta que antaño, muchos pediculicidas estaban formulados con lindano.
Notas:
[1] M.T. Rives Ferreiro, J. Rodríguez Ozcoidi, B. Calderón Llopis, P. Dorao Martínez-Romillo & F.J. Ruza Tarrio. 2010. Intoxicación aguda por organofosforados. A propósito de un caso. Acta Pediátrica Española, 68(5): 255-257.
[2] C. Pradera. 27-07-2015. Revisando productos contra piojos en 2015. El desinsectador y desratizador.





