Hace unos días me acerqué a la sección de parafarmacia de una gran superficie. Estuve revisando los productos contra piojos que estaban a la venta. Estamos en un momento ideal para la proliferación de piojos. Los niños están de vacaciones y se relacionan de una manera más intensa: colonias, piscinas, etc. El verano es el momento ideal para las plagas. La temperatura favorece y, en general, bajamos un poco la guardia, ya que para eso están las vacaciones. Cuando finalice el verano, alguna cabecita empiojada llegará a la escuela y será como una chispa en un polvorín. Hay padres que no entienden cómo en pleno siglo XXI todavía arrastramos esta plaga. Pero hay que entender que los piojos son supervivientes natos y saben aprovechar nuestra confianza. Y creo que esto es lo mismo que sucede en la actualidad las chinches de cama. Se están expandiendo porque nadie repara en ellas. ¿Quién descansa en una cama de hotel, en una butaca de un barco, de tren o de avión y revisa que no haya chinches debajo?
Es muy interesante ver la evolución de los pediculicidas. Desde hace unos años han aparecido alternativas al uso de insecticidas. Hasta la década de 1940, la materia pediculicida por excelencia era el pelitre. Luego llegaron los insecticidas de síntesis con el DDT y el lindano que fueron ampliamente usados. Tras los organoclorados, llegaron los organofosforados, los carbamatos y, finalemente, los piretroides.
En estos momentos, los productos pediculicidas se pueden dividir en dos bloques claros. Por un lado están los que llevan materias activas insecticidas. Y por otro, los que no. En el primer bloque están los productos que llevan insecticidas que penetran en el piojo y atacan a su sistema nervioso. Las materias activas que encontré en las estanterías fueron malatión, permetrina y fenotrina. De estas tres, la que más encontré es la permetrina en cuatro productos. Luego el malatión en dos. Y la fenotrina en una. En el segundo bloque se encuentran productos que actúan sobre el piojo de una manera mecánica impidiéndoles realizar la respiración. Las sustancias de este tipo que encontré fueron la dimeticona y el miristato de isopropilo. La primera es la más utilizada y la encontré en cuatro productos comerciales. Mientras que la segunda la encontré en tan solo uno. A parte, encontré un botecito de aceite de esencia del árbol de té.
Llegados a este punto, considero que es mejor usar productos que no lleven insecticidas. Y, si de mí dependiera, el malatión no se debería utilizar como pediculicida, pues se trata de un organofosforado. Es cierto que, comparado con otros organofosforados, es menos tóxico y tiene menos persistencia. Pero, repito, se trata de un organofosforado. Y además, va a ser aplicado sobre niños. Creo que ya existen otras alternativas con plaguicidas de la familia piretroide como la permetrina que deberían hacer que se retirara para este uso. Claro que en este país las cosas van lentas. Y los responsables del Ministerio no suelen estar muy bien enterados y/o asesorados. Baste mencionar que hasta hace unos años en el mercado había un pediculicida con lindano. Y para acabar, comentar que en la imagen número 1 se puede ver un producto con malatión. Y en la imagen número 2 se puede ver un producto que, además de malatión, contiene permetrina. Vaya receta.
EL METODO MAS EFECTIVO ES EL PEINE FINO CON VINAGRE , UN SIMPLE SHAMPU COMO ALBERTO V05 DA UN EXCELENTE RESULTADO
Puedes usar el producto que quieras. El elemento clave, para mí, es una lendrera y peinar pacientemente.