Hace dos días estuve en una cafetería situada en una facultad universitaria. Estuve realizando una revisión para control de cucarachas. En una anterior visita había detectado cucaracha germánica y hormiga argentina y regresé al cabo de un tiempo para proseguir con su control. En esta cafetería trabaja Luis, quien me ha inspirado este posteo. Mientras escribo tengo en mente la amplia sonrisa que ilumina su cara. En la parte trasera de esta cafetería hay un patio. Luis deja cada día en el suelo junto a la puerta que da al patio un poco de pan para que coman los pájaros. Cuando llegué a la cafetería, Luis había dejado comida. A mí me gustan las aves, así que me puse a observar qué pájaro llegaba primero. Y llegó una paloma. Cuando la vi, saqué la cámara fotográfica y, sin asustarla, le saqué unas fotos. Dos de estas fotos son las que acompañan a este posteo. La paloma era reacia a salir en las fotos, pero el hambre y la poca agresividad que yo intentaba mostrar hicieron que se acercara hasta el pan. Esta paloma lleva un año yendo a comer a ese patio. En la foto número 2 se puede ver que en la pata derecha tiene una especie de tumor. Tiene la pata hinchada y esto hace que camine cojeando. Por la forma del cuerpo, me parece que se trata de una hembra. Tiene el plumaje típico de una paloma común, Columba livia, también llamada paloma bravía. El plumaje es gris azulado, tiene dos franjas oscuras en el extremo de las alas y reflejos verdes y púrpuras en el cuello. Una paloma adulta de tipo medio mide 30 centímetros de longitud (de cabeza a cola) y pesa unos 250 gramos.
Las palomas llevan muchos siglos acompañándonos en nuestro periplo urbano. En época de los romanos, ya se criaban palomas como alimento. Antaño no era extraño comer palomos. Recuerdo que en pueblo de mi abuela era normal la cría de paloma con el mismo fin. Para una economía rural, la carne de paloma era un buen complemento. Aunque esta práctica del medio rural es algo excepcional en nuestro país. Es curioso que en otros países de Europa esté más extendida la colombicultura industrial. Sobre las cosas del comer, cada país tiene sus tradiciones que bordean el tabú. En España hay palomas en todas las ciudades. En Barcelona existe una de las mayores poblaciones de paloma común del mundo. Es precisamente durante las últimas décadas que la paloma ha experimentado gran crecimiento. La densidad media en 2009 era de 4.000 ejemplares por km2. En este año el censo era de 250.000 palomas, un 40% más que las censadas en 1991. Sinceramente creo que la mejor medida de control es la de tipo físico que impida el anidamiento. Esto se consigue gastando bien el dinero y concienciando a las personas para que hagan las modificaciones oportunas en sus viviendas. Para acabar este posteo, he de decir que me gusta ver a las personas dando de comer a los animales. Por una parte esto nos hace más sensibles hacia los otros animales con los que compartimos el planeta Tierra. Es también un gesto que demuestra bondad. Si el mal es que nos ensucien una fachada o un coche, lo encuentro un mal menor.
Me ha resultado muy curioso lo de que las palomas se introdujeron en Barcelona adrede por la expo del 29. ¿Es cierto? Busco información sobre ello online y de momento no he encontrado nada
No es cierto. No tiene sentido. Es una verdad periodística impulsada por periodistas desinformados. La paloma doméstica lleva siglos con nosotros. Parece que ya los romanos la tenían como alimento. Y es una tradición en Barcelona que la gente tuviera palomares para complementar la alimentación. Estamos hablando de una época pasada donde la gente comía poca carne y era cara. Así que imagina las clases populares si no tendrían palomares en terrazas. Otra cosa es la superabundancia de palomas actual, justo tiene sentido en el momento que ya no la queremos como alimento.
Es una historia mito que si la lees te darás cuenta del sinsentido.
Gracias por aclararlo! Leyendo tu post me pareció entender lo contrario y estaba muy confundido.